Por las calles arboladas de Mondongolia andaba Sofío con la cabeza gacha y una bolsa de papel en la mano, abstraído en sus propios pensamientos, dándole vueltas quizás a una idea, una duda, quién sabe.
Los vecinos lo veían pasar y se quedaban unos minutos mirándolo tal era el magnetismo que producía la imagen del sabio entre quienes apenas lo cruzaban. Tenía fama de ser capaz de indagar en la conciencia de las personas con apenas intercambiar unas pocas palabras. Sus intervenciones en la corte habían dejado boquiabiertos a los consejeros del rey y a los acomodaticios cortesanos, incluso algunos se habían sentido avergonzados de su propio comportamiento cuando Sofío los dejó al desnudo en sus intenciones.
Mientras andaba por las barriadas, los lugareños lo veían con simpatía y trataban de llamar su atención para desearle buena estancia por esos lares. Pocos lo lograban ese día, porque Sofío parecía caminar apenas entreabriendo los ojos para no tropezar con una piedra o evitar ser atropellado por un carro.
En cambio al llegar a los empedrados del centro de la capital la disposición de los vecinos -por lo general, funcionarios del reino y cortesanos- se manifestaba diferente.
Los que trabajaban arreglando las calles aceleraban sus brazos, quienes hacían tiempo bebiendo en una tasca apuraban sus copas y volvían a sus tareas. Las muchachas que conversaban en la esquina con sus papeleos de la corte rápidamente retomaban su trabajo.
Sofío caminaba igual de metido en sus pensamientos, sin prestar atención a los apuros que generaba su sola presencia ensimismada. Cuanto más encumbradas resultaban las gentes con las que se encontraba, más parecían evitarlo.
Tan concentrado estaba en lo suyo que llegó quizás sin proponérselo a las escalinatas del palacio real. El sol entibiaba suavemente los peldaños invitándolo a tomar un descanso en uno de ellos.
El rey, que salía con su comitiva a pasear, alcanzó a verlo cuando los guardias se acercaron para obligarlo a ponerse de pie en su presencia.
- ¡Déjenlo! No molesten a ese hombre sabio.
- ...
- Mi estimado Sofío, ¿qué inquietud te condujo a sentarte en estas escalinatas?
- Ninguna, mi señor, nada mejor que disfrutar del tibio sol cuando la mente está ocupada.
- ¿Pensabas en la muerte, o en si existe una divinidad, en el comienzo de los tiempos..?
- Nada de eso, señor.
- Evidentemente será una ocupación preocupante. Mis informantes me han dicho que paseabas abstraído en tus pensamientos. Y que en las barriadas buscaban saludarte, algunos sin fortuna. En cambio, en el centro de la ciudad todos se apuraban para seguir con sus tareas y evitaban tu mirada. Los que no estaban cumpliendo con su deber enseguida se abocaron a sus tareas...
- ¿Cambiaban su conducta por mi presencia?
- Así es.
- No lo noté, majestad.
- ¡Qué increíble! No eres consciente de los cambios que produces con tu sola presencia, sabio Sofío.
- Evidentemente esta gente ya tenía el cambio en germen o se avergonzaba de su estado, cualquiera sea este. Me presencia nada más fue una especie de excusa para permitirse el cambio.
- ¿No puede ser que tu pensamiento se transmitió de alguna forma, tu energía, tus ondas..?
- No lo creo. Solo buscaba un lugar cómodo al sol para sentarme a comer estos panecillos.
Y abrió la bolsa de papel ofreciéndole al rey compartir su contenido.
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Que notable. Pensaban que reflexionaba en algo preocupante y algunos imaginaron algo tan preocupante, que no quisieron saber que era.
ResponderBorrarY estaba buscando un lugar cómodo.
Que atento Sofío ofreciendo compartir sus panes.
Saludos.
Cosas que pasan por suponer. Hasta uno puede cambiar de actitud. Como cuando llega el jefe, jejeje.
BorrarAbrazo
Qué maravilla de texto, más filosófico que los de filosofía pura y la explicación que has dado Sofio (Frodo)me ha encantado porque la veo certera, el germen de los cambios está en nosotros mismos sólo esperan una oportunidad para hacerse visibles.
ResponderBorrarUn beso enorme.
Gracias, Tracy. Es todo un honor que me confundas con el maestro Frodo.
BorrarBesos
En lugar de Frodo he querido decir OSO,¡mil disculpas!
ResponderBorrarProbablemente a la gente le da miedo aquellos quienes piensan, aquellos que hacen pensar en sus propias realidades y en lo que deben cambiar.
ResponderBorrarUn magnífico texto.
Bss ;)
Yo creo que a veces sucede cuando uno se encuentra con alguien bien convencido de lo propio.
BorrarBesos
Aquí diríamos, "Crea fama y échate a dormir" y que ella te avance.
ResponderBorrarYa lo creo que hay personas que, con su sola presencia nos cambiamos, quizás porque está la semillita ahí, quizás porque nos la siembran.
Tu relato es encantador, Oso
Gracias, Mujer Virtual.
BorrarSi sirve para buenos cambios, bienvenida sea.
Besos
Qué buena historia! cada quien advierte una particular enseñanza o advertencia según hayan sido sus culpas, sus miedos o sus flaquezas. Y el sabio sigue con lo suyo sin demasiadas pretensiones!
ResponderBorrarMuy bueno.
Un abrazo
Gracias, la idea es precisamente la que enunciás.
BorrarBesos
Un buen relato y una buena moraleja , es cierto que la presencia de algunas personas hacen que los demás cambien de actitud.
ResponderBorrarY el final con el rey es síntoma de ser una persona espontanea y sencilla.
Un saludo ,
Hay de esas personas que nos hacen mejores. O que nos deciden a cambiar.
BorrarBesos
Hay personas, como tu personaje Sofío, que son agentes de cambio para otros, aún sin ser conscientes de ello.
ResponderBorrarUn abrazo y feliz fin de semana.
Así es, las hay. Bienvenids sean.
BorrarBesos
Las personas ayudan mucho a los cambios.
ResponderBorrarUn beso enorme.
Claro que sí.
BorrarBesos
Hay veces que ciertas personas desprenden tanto magnetismo que su sola presencia lo altera todo, como en este caso.
ResponderBorrarUn abrazo
Así es.
BorrarGracias y besos
Me encanta tu manera de contar, he permanecido muy, muy atenta todo el rato. Y me ha gustado el mensaje que da sofío.
ResponderBorrarPero...tan abstraído... Me encantaría saber lo que realmente pensaba...
Muy, muy bueno tu relato.
Muchos besos.
Gracias, a mí también me gustaría saber en qué andaba.
BorrarBesos
Me ha encantado tu personaje. Sin duda hay personas que influyen constantemente en otras sin darse cuenta, y eso las hace aún más especiales y humildes.
ResponderBorrar¡Besos jueveros!
Gracias, así sucede muchas veces.
BorrarBesos
Cambios indirectos. Como aquellas ondas gravitacionales que no se ven pero ejercen su influncia con su sola presencia.
ResponderBorrarBuen enfoque Oso
Abrazo de vamos por el tri en basquet
Ja! Sí, como esas ondas que sabemos que andan por ahí.
BorrarAbrazo por más gloria!
¡Muy bueno!
ResponderBorrarSofio debio ser un antepasado de "Elementary"
ya que adivinaba el pensamiento y las malas artimanias de los caballeros de la corte de Mongolandia.
Que falta nos haría un sabio como él en nuestro país, alguien que motivara a que cada uno que se preocupe de su trabajo... no sé,, me parece.
saludos Oso se te extrañaba.
mariarosa
Gracias, María Rosa!
ResponderBorrarMis posibilidades de leer y/o escribir por aquí son escasas, pero trato de meterme cuando puedo.
Amo este espacio.
Besos
Sofío más sabio que nunca, no hay como disfrutar de los pequeños placeres de la vida. En cuanto a su presencia, existen seres especiales que de alguna manera repercuten positivamente en otros haciéndolos mejores. Quizás no haya explicación para esta cuestión, supongo que es una suma de factores y se me ocurre el respeto como una de ellas.
ResponderBorrarAbrazobeso amigo mío y Muy Buen Finde!!!!
REM