Cuentan que en su paso por Mondongolia, el sabio Sofío fue invitado a visitar diferentes lugares. Los ricos buscaban congraciarse con él, los más humildes solo esperaban palabras de consuelo, los pescadores que atrajera el milagro de la abundancia y los campesinos las lluvias oportunas.
En una oportunidad fue invitado por unos cortesanos y mercaderes al Gran Tabernáculo, un enorme recinto con un espacio central desde el que abrían pasillos trabajosamente elaborados con cortinas, unas más pesadas y opacas, otras de algodón blanco y algunas que dejaban ver claramente en su interior, que apenas velaban como tules de colores. En el recinto central, un estrado apenas elevado servía como mostrador de la mercancía que se ofrecía a los acaudalados visitantes. Un oferente gesticulaba y levantaba la voz apenas para sobresalir por encima de la untuosa música que se elevaba desde algún lugar y bañaba el espacio entremezclándose con las tenues luces que irisaban el cielorraso.
El oferente mostraba hermosas mujeres, cuidadosamente maquilladas y apenas cubiertas con atuendos mínimos, pero muy sugerentes, que se contoneaban para atraer la vista de los visitantes. Los visitantes hacían extraños gestos con las manos, mostrando uno o varios dedos al oferente, quien al cabo de unos minutos indicaba a un asistente quién sería el afortunado que se internaría por los cortinados pasillos con la mujer elegida. Una vez tramitado cierto rito contractual con el asistente, la muchacha conducía al visitante por alguno de los pasillos y le daba a elegir una habitación a su gusto.
Sofío observaba maravillado el espectáculo que ofrecía el Gran Tabernáculo. Sus ojos apenas pestañeaban por el asombro.
Al verlo inmóvil y sumido en cavilaciones, los cortesanos que lo acompañaban lo invitaron a acercarse al estrado para ver más de cerca y valorar la extremada belleza de las mujeres que se ofrecían. Sofío se acercó lentamente mientras sentía crecer una incontenible excitación que le brotaba de las entrañas y amenazaba con turbar su razón. Mientras caminaba pasó cerca del asistente de quien ofrecía la mercancía, que le susurró al oído:
- Sabio Sofío, usted es hoy nuestro invitado, así que elija sin pensar en los costos.
Los cortesanos y mercaderes que acompañaban a Sofío se codeaban y guiñaban los ojos anticipando la respuesta del sabio. El oferente, con una reverencia, detuvo un momento el rito de los gestos que hacían los visitantes y mostró ambas palmas de las manos hacia arriba orientándolas al estrado dando a entender que podía elegir libremente. Para sorpresa de todos, Sofío clavó los ojos en una morena de ojos azabache cuya belleza se destacaba por encima de las demás y le ofreció la mano. La morena descendió grácilmente sabiendo que encendía el deseo de cualquiera que la observara y guió a Sofío por entre los cortinados.
Por un instante, todos quedaron atónitos y hasta pareció detenerse la música.
Mientras andaban por los pasillos, Sofío escuchó toda clase de gemidos, estertores y hasta golpes y sollozos. Las cortinas pesadas ocultaban, pero las tenues dejaban ver toda clase de maniobras corporales, algunas sensuales y otras vejámenes indecibles. Apuraron el paso hasta dar con una parcela un poco apartada. Entraron. En el piso, un amplio colchón circular se hallaba cubierto con pieles de visón y preciosos almohadones sedosos invitaban a yacer. Mientras Sofío se sentaba, la bella morena, con movimientos extremadamente sensuales, se quitaba la ropa para ofrecerse al sabio.
- Eres de una belleza tal que enciendes el deseo con solo mirarte. ¿Cuál es tu nombre? -dijo el sabio.
- Gracias. Me llaman Sulamita, aunque a nadie interesa mi nombre -susurró triste la muchacha.
- ¿Por qué haces esto, Sulamita? Te ofreces en subasta como si fueses una mercancía.
- Soy de un pueblo postergado de los confines del reino. Mi familia me entregó a los señores de la corte a cambio de poder conservar sus escasos bienes. Ellos están bien, pero nunca podré volver a verlos -explicó la morena.
- ¿Te agrada lo que haces? -preguntó Sofío.
- No, pero tal vez...
- ¿Tal vez..?
- Tal vez un día me enamore de un hombre bueno que aunque haya necesitado apagar su sed en mí como en cualquier otra, quiera sacarme de aquí y hacerme su esposa.
- Te equivocas, bella Sulamita. Permíteme decirte que estos hombres poderosos te necesitan sumisa y débil. Si alguno de ellos te saca de aquí será para hacerte su esclava. Mientras les proporciones placer y servicios serás útil. Solamente serás útil. Siempre una cosa que se usa y se tira cuando ya no sirve -dijo el sabio visiblemente molesto, mientras la muchacha se ponía cabizbaja.
- ¿Me llevarías contigo? -preguntó la morena abriendo los ojos y ahora cubiendo sus pechos con el antebrazo.
- No.
- ¿Por qué? ¡Podría hacerte muy feliz! ¡Veo cómo brillan tus ojos cuando me miras! -replicó la preciosa mujer.
- Porque se llevan las cosas. Y no eres una cosa, por lo tanto no puedo llevarte. Si quieres compartir mi camino hazlo mientras quieras y puedas. Si así lo eliges, seremos compañeros, compartiremos el pan y las penas. Pero jamás te llevaría.
Dicho esto, Sofío se incorporó se un salto y salió del cuarto cortinado. Los curiosos, que se habían apiñado para verlo ceder ante el más grato placer, se sobresaltaron tanto que tropezaban entre ellos.
Dicen que al cabo de un momento una mujer de inefable belleza, envuelta en telas de algodón que parecían cortinas arrancadas, salió por la puerta del Gran Tabernáculo a paso vivo atisbando el camino y cuando uno de los asistentes intentó detenerla cayó fulminado por la mirada de la mujer, que decía con voz firme y decidida: - ¡Yo elijo!
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Un relato estupendo. La clave del verbo elegir, la clave de hombres y mujeres juntos no ver quien corre más.
ResponderBorrarBss
Gracias, Sylvia. Esas son las claves.
BorrarBesos
La historia está muy bien , te das cuenta los avances que ha dado la humanidad respecto a la mujer aunque por desgracias todavía existe en algunos países esa esclavitud ..la moraleja está como dice la amiga Sylvia en el verbo Elegir..
ResponderBorrarUn saludo feliz noche.
Gracias, Campi. Algo avanzamos, mucho falta.
BorrarBesos
Me encanto, muy bueno. ¡Yo elijo! esas dos palabras son la mejor respuesta. También me gustó la respuesta del sabio, que por eso era sabio:
ResponderBorrar"Porque se llevan las cosas. Y no eres una cosa, por lo tanto no puedo llevarte. Si quieres compartir mi camino hazlo mientras quieras y puedas. Si así lo eliges, seremos compañeros, compartiremos el pan y las penas. Pero jamás te llevaría".
¡¡¡Aplausos Oso!!!
mariarosa
Gracias, María Rosa. Me pone feliz que te haya gustado.
BorrarBesos
Sabía que un relato tuyo sería un gran aporte para este jueves. Me gusta es planteo mezclado con humor.
ResponderBorrarSofío (un acierto el nombre) resultó ser todo un sabio.
Bella mujer la de la imagen, bien para ilustra.
Saludos.
Gracias, Demiurgo, ya había faltado bastante y me hice un huequito para no quedar afuera.
BorrarBella imagen, es cierto.
Abrazo
La esclavitud de la que hablas tendriamos que plantearnos abolirla, creo que ya toca.
ResponderBorrarAbrazo de hombre.
Despacito se va llegando. Aunque cuesta, ¿no?
BorrarAbrazo
Educación, respeto, importancia de los valores... empezando por casa y extendiendo a los campos que sean. Si quieres puedes, si puedes, lo logras... No hay muro tan alto como para no ser saltado... Otra cosa es que detrás de ese haya otro.
ResponderBorrarMuy bella tu historia y una presentación perfecta para "el elegir".
Un saludo :-)
Gracias, Mag, esperemos seguir avanzando.Besos
BorrarPero que historia tan bella!!! Y llena de sabiduria, la frase final es lo mejor ¡Yo elijo! Gracias por estar aqui, besos.
ResponderBorrarGracias, Molí.
BorrarEs un honor que seas la anfitriona que eligió esta temática.
Besos
Dicen por ahí que ya en el antiguo egipcio se conocía del poder de aquellas féminas que tenían poder y lo usaban...se les nombraba como las "baq" y que luego pasaron a ser llamadas..brujas. Hoy en día, a las mujeres que deciden "elegir" el camino que desean, revelarse a su destino, o contrariar los planes que se les tiene asignados, son tratadas fuertemente de palabra o de acción, pero solamente las baq que logran sacar su esencia logran su cometido y están destinadas a gobernar este mundo....
ResponderBorrarjajajajajjajaja...ya en serio ..me ha gustado tu relato..sea leyenda o cierto, es una buena historia que contar...Besos
Y bueno... creo que conozco varias baq, jajaja.
ResponderBorrarHay buenas historias, incluso de estos temas que son delicados.
Besos
Una historia que da los parámetros en una sola palabra, un verbo por cierto: ELEGIR.
ResponderBorrarParece que estamos en el camino, muchas mujeres de la antigüedad no sabían de la existencia de este verbo, sólo conjugaban el verbo SERVIR, ellas mismas se llamaban "servidora" cuando las nombraban desde la escuela.
Muchas gracias.
Así es, tal como lo pintás. Esperemos mejorar mucho más.
BorrarBesos
Estoy segura que NUNCA le hubiesen permitido elegir. No es sólo cuestión de voluntad liberarse de la esclavitud, básicamente es de lucha. Claro que primero hay que decidirse a arriesgar...y si encima se cuenta con la protección de un "sabio"respetado, más sencillo.
ResponderBorrarBuen relato, muy bien narrado, con detalles estupendos.
Un abrazo
Y sí, aunque no está planteada como esclava, el tipo de servidumbre lo exige.
BorrarEn una de esas, Sofío le permitió zafar...
Besos
Siempre un placer dejarme envolver por la magia de un CUENTACUENTOS como tú. Precioso final que siempre debiera ser el principio de cualquier toma de decisión. YO ELIJO.
ResponderBorrarFelicidades por la maestría de tu pluma y gracias por permitir mi solaz esparcimiento con tu lectura.
Un abrazo amigo
Gracias, Jandrés, las elecciones personales son la base de cualquier mejora.
BorrarAbrazo
Siempre tan original en tus relatos, oso, me gusta cómo lo narras.
ResponderBorrarUn beso.
Gracias, María.
BorrarBesos
Una historia impecable con un final "feliz" ojala el poder de elección en situaciones así pudiera ejercerse, pero para que esto pueda llegar se lucha no?
ResponderBorrarBesos.
Hay que luchar y mucho. No alcanza con adherir a proclamas.
BorrarBesos
Gran sabio y dijo verdades como puños. Ella eligió, como debemos hacer todas.
ResponderBorrarUn abrazo
Gracias, Carmen. Besos
BorrarMuy buenas descripciones, Oso!
ResponderBorrarQué bueno que hayas hecho un relato al respecto, muy acertado.
Me recordó alguna escena de Los Siete Locos entre Erdosain y La Coja, claro que Erdosain no era un sabio, pero el buenos Aires de la década del 20 debió ser algo similar a lo que describís de Mondongolia.
Abrazo de tengo varias cosas apostadas para mañana que no se duerman los jugadores por favor!
Ojalá me arrimara a algo de lo de Robertito, esos ambientes tan como sofocantes.
BorrarQue sofocante sea el Ciclón que arrase mañana!!
Abrazo!!
La cosificación de la mujer constituye el más importante freno hacia la plena igualdad en derechos y obligaciones. El sabio la trató como persona y le mostró el camino de decidir en libertad, como persona. Verdaderamente era sabio y humano, muy humano.
ResponderBorrarUn abrazo.
Completamente de acuerdo. Abrazo!
BorrarHistorias como esta se repiten a diario en el mundo, lamentablemente No con un final feliz. Se ha avanzado en materia de derechos pero aún nos falta mucho, la consigna es que las mujeres sigamos luchando y no claudiquemos.
ResponderBorrarExcelente su relato, me encantó y el sabio Sofío cada vez me cae mejor.
"...se llevan las cosas. Y no eres una cosa, por lo tanto no puedo llevarte."
Abrazobeso estimadísimo Oso.
REM
Muy pocos finales felices. Cuesta aprender cuando hay que despojarse de privilegios o poder.
BorrarGracias, Rem.
Besos
Ya está el proximo jueves de relatos
ResponderBorrarhttps://doroteafuldebenke.blogspot.com.ar/2018/03/convocatoria-del-22-de-marzo-juegos-y.html?m=1
Saludos
Este es el próximo jueves de relatos
ResponderBorrarhttps://eldemiurgodehurlingham.blogspot.com.ar/2018/03/este-jueves-un-relato-dibujos-acuarelas.html
Yo soy el anfitrión.
Saludos