Un escritor que dedique unos cinco años para redondear una novela debe ser tomado en serio solamente si la obra posterior hace los méritos suficientes.
En todas las novelas de Eco hay una fuerte referencia a la región en la que nació y vivió toda su vida, el Piamonte. Pero también en todas referencias o descripciones de lugares de otros países. En cualquier caso se ha tomado el trabajo de contar y describir -por ejemplo- cuadra por cuadra el París por donde vaga Casaubon en El péndulo de Foucault, de recorrer bares, coleccionar nombres y apellidos regionales y, sobre todo, hacer interactuar a sus personajes ficticios con otros históricos tomando en cuenta cada detalle para que el encuentro pudiera resultar posible. Muchas veces, confiesa, tuvo que estirar la historia para esto ocurra (Casaubon en Brasil, idas y vueltas de Baudolino en el Monferrato...). En especial, en El nombre de la rosa logró hacer coincidir en varios días a Ubertino da Casale, Bernardo Gui, Michele da Cesena, Hugo da Newcastle y Bertrando dal Pogetto entre otros personajes históricos.
Pero todo no termina allí, Eco se documenta de todo -sin exagerar- documento o material serio producido acerca del tema y de lo no tan serio, como para tener a mano lo que se ha inventado. El resultado siempre es una obra que no tiene fisuras desde lo histórico así como de lo filosófico o artístico.
Siguiendo con breves reseñas de sus novelas...
El péndulo de Foucault (Il pendolo di Foucault) transcurre en el presente (1988), pero recorre siglos de historia. Contado en primera persona por Casaubon (graduado con una tesis sobre los templarios), quien coincide en una editorial con Jacopo Belbo y Diotallevi con los que desarrolla una amistad. Un extraño personaje les acerca un texto antiquísimo, incompleto, con la idea proponerle a la editorial la edición una obra que revele una conspiración de los templarios anterior al fatídico viernes 13 de octubre del 1307 cuando fueron arrestados y muchos de ellos luego ejecutados.
Un poco en broma y un poco en serio se preguntan qué pasaría si fuera cierto y comienzan a ver cómo distintos acontecimientos históricos se ajustan a esta posibilidad, ya que la conspiración tiene fechas precisas de realización a lo largo de la historia. Tal es la intensidad en que se comprometen con el juego que mientras toman contacto con distintos personajes de ritos ocultistas, esotéricos, masones, rosacrucianos y muchos más; todos se van entusiasmando y generando un movimiento que hace que finalmente la conspiración tome cuerpo.
Hay múltiples personajes destacables. A mí me encanta Lia, quien con sencillez y haciendo gala del más llano sentido común despierta a Casaubon de los propios ensueños místicos-conspirativos que creó con sus amigos.
La novela se puede considerar un estudio de grupos ocultistas, sofistas, iniciáticos, esotéricos y religiosos a los que Eco desmiente con claridad deslumbrante.
La isla del día de antes (L'isola del giorno prima) presenta a Roberto de la Grive, un joven piamontés, quien con su balsa de náufrago encuentra una nave desierta en el Pacífico Sur, el Daphne, en el verano de 1643. Pronto verifica que el barco le depara incontables sorpresas. Poblado por extraños artilugios, plantas y animales, resulta el lugar ideal para que Roberto escriba cartas a la mujer de sus sueños, Lilia. A cierta distancia hay una isla y Roberto llega a la conclusión, basándose en los conocimientos disponibles en su tiempo, de que la misma está al otro lado de la línea de cambio de día, exactamente en el lado opuesto al meridiano cero de la Tierra.
Pero Roberto llega a ese lugar luego de andar merodeando las cortes francesas entre otros espacios sociales relevantes del siglo en que Galileo, Descartes y compañía dieron forma a la revolución científica de la Modernidad. Richelieu, Mazarino y las intrigas del poder europeo se mezclan y superponen con las nuevas teorías científicas y la búsqueda de la medición de longitudes en el mar.
Un personaje fascinante, el padre Caspar, hace su aparición en forma sorpresiva y se convierte en el interlocutor de un Roberto que encarna los sueños, dudas, amores y temores de la Modernidad.
El lenguaje es deliberadamente barroco, ya que Eco en todas sus obras utiliza un formato de escritura cercano a las modalidades idiomáticas y culturales de la época.
Quedan tres novelas, que intentaré reseñar en la próxima entrada del blog abusando de la piedad de los lectores.
ETERNO RETORNO
Estas historias son como lanitas sueltas que la nona va ovillando en un bollito y una vez que adquiere volumen, las va desovillando para hacer algo con todas como si fueran una sola cosa. Así son estas narraciones, dichos, frases sueltas, conjeturas patinadas por una memoria tenue que -a veces- toman forma en la mano de quien las intenta reunir.
domingo, 3 de febrero de 2013
Las novelas de Eco II
Culis Mundi,
Villa Constitución, Santa Fe, Argentina
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Estoy leyendo, de la colección que está saliendo con La Nación, 'Confesiones de un joven novelista'. Es increíble el trabajo que se ha tomado Eco para recrear cada escenario.
ResponderBorrarLa verdad, un laburo formidable. Creo que pueden ser buenas o malas las historias, pero están perfectamente documentadas. Y eso me produce mucha admiración.
BorrarAbrazo
Yo estoy leyendo ¨Sobre literatura¨, de la misma colección que hablamos.
ResponderBorrarEs una perla. Una maravilla.
Me debo El Péndulo.
Un beso.
SIL
Así es. No se pierda "El péndulo...", junto con "El nombre..." son mis favoritos, por eso lo recomiendo insistencia.
BorrarBesos
Sobre El Péndulo, ¿tiene sentido plantear una teoría conspirativa para luego desmentirla?
ResponderBorrarY mencionás algo del sentido común, que es algo que no me agrada. No me parece una refutación valida.
Creo que en el afán de ser breve no resultó suficientemente explícita la reseña. Eco no desmiente nada, eso es una conclusión mía (y de otros) como lector. Me resulta muy interesante cómo de una situación trivial, interpretada bajo supuestos conspirativos se puede generar un movimiento importante.
BorrarNo hay refutaciones tampoco. Utilicé (tal vez a la ligera) "sentido común" no como sinónimo de prejuicio cognitivo o cosas así, sino que refería a una interpretación libre de esoterismos y supuestos metafísicos, sobre todo cuando Lia se refiere a lo que tienen de sagrado ciertos números. Allí le propone a Casaubon explicaciones más sencillas, del por qué de números sagrados y algunos mitos que llevamos impresos en la memoria cultural.
Me interesan ambas eh.Muchas veces en las librerías me topé con "el pendulo..." pero no sabía de qué iba. Me imaginaba que era una novela filosófica y que la trama iba para otro lado. Si se vuelve a cruzar en mi camino la compro.
ResponderBorrar"La isla..." suena interesante, más de aventuras que histórica parece . La tendremos en cuenta
Abrazo!
Si me permitís una sugerencia, creo que es preferible leer primero "El péndulo..." y luego "La isla..." No sé por qué -no tengo explicación definitiva- creo que es mejor leer las de Eco en el orden en que fueron escritas. Supongo que es porque si yo hubiese leíado "La misteriosa llama..." antes de El nombre de la rosa o el Péndulo, nunca las hubiese leído.
ResponderBorrarAbrazo