-Antes
de irte, dejame el libro ahí-, dijo ella señalando el mueblecito del
rincón.
No lo podía creer, hora de despedidas, del
nunca más, de la bola de trapo en la garganta… ¡y ella acordándose del libro!
El segundo que duró todo fue muchos
segundos. Porque en él estaba la firma de lo definitivo, pensó. Del mismo modo
apasionado en que intercambiaban opiniones se habían prodigado ayer las
caricias del encuentro. Pero pedirle el libro, era más de lo que podía esperar.
Él
La fugaz pero nítida secuencia del primer
día. El amarillento ómnibus volviendo desde Rosario repleto de estudiantes.
Apretujones, cómo se le iba a ocurrir subirse en zona sur. Se maldecía por no
haber ido a la Terminal o al menos a calle San Luis, última esperanza de
conseguir asiento, hacerse el dormido con los auriculares atribulados por Las Pastillas y llegar indemne a Villa.
El ajado portafolios como escudo de choque
también sirvió –en el fragor del avance por el inhóspito pasillo- para
arrancarle el libro de las manos a ella, que intentaba fijar la vista con
denuedo. Fue a parar al piso de goma, alfombrado por el testimonio de la
llovizna de la tarde de viernes.
Perdón, no quise, qué bestia, se te cayó,
disculpame, se manchó, me matás y la consabida sarta de cuentas de disculpas
engarzadas en un hilo de voz agitada a punto de deshacerse.
Hasta que vio sus ojos.
Ella
Amaba ese libro. No era la primera lectura,
era quizás la tercera, descontando la búsqueda de citas y parrafadas
antológicas. Desde la frase introductoria “La
superstición trae mala suerte” quedó prendada. Fue todo un desafío. Seguir
la escritura del alarde de erudición que tenía entre manos acarreaba una serie
de afrentas que la ponían en excitante tensión. Se maravillaba a cada página
como el gato enamorado del revoloteo de una mariposa. Sus ojos bailoteaban y
tamborileaban sobre las cortas líneas de la edición de bolsillo. Pero tuvo que
subir el del portafolios, incomodar a todos y golpear el libro…
Él intentó disculparse casi haciendo
pucheritos, con reverencia y con la boca sin cerrar nunca del asombro. El largo
trayecto hasta Fighiera, cuando se sentó a su lado, fue un continuo concierto
de reojos.
Entonces fue cuando le preguntó por el
libro.
Ella
y él
-Extraño
título… ¿de qué se trata? -lanzó él entrecortando
las palabras.
-¿Cómo
te explico..? Podría decirte que son tres tipos que urden una inventada
conspiración histórica y termina siendo una pesadilla, ya que mucha gente se la
cree. -El acento dubitativo de ella lo animó a
seguir preguntando.
-¿Cómo
una especie de religión?
- No,
no, más vale termina siendo un tratado que desenmascara los grupos esotéricos y
pone en tela de juicio el papel de las religiones.
- Ah,
como el Código Da Vinci,- simplificó.
- No,
nada que ver.
- Ah.- Y no se atrevió a preguntar más, rumiando las palabras que ella
había soltado con ese particular interés que manifestaba.
El ómnibus había sorteado la carrera de
obstáculos entre Empalme y Villa. Ella empezó a acomodar sus cosas como para
dar a entender que pronto se bajaría, aunque no le incomodaba su presencia. Él
se turbó ante esa gesticulación un poco exagerada. Esos ojos y ese libro no
podían perderse en una esquina ni desvanecerse en un chau resonando como adiós.
- ¿Me
lo prestás? -lanzó como el chico que apedrea un
vidrio vecino a punto de salir corriendo.
- …
Se disculpó como pudo. Ella sopesó la
situación, convenciéndose luego de que bien valía arriesgar el libro. Se lo dio
mientras hacía ademán de pararse, pero él se atropelló en pararse también.
Conversaron dos cuadras hasta que anudaron más encuentros.
Ella
sin él
- Antes
de irte, dejame el libro ahí -dijo ella señalando el mueblecito del rincón.
- Cuando
falla la religión, queda el arte, -suspiró él al fin- ¿dónde quedaron nuestros planes?
- Vivís
como si existiese un plan. Creés que existe un secreto y por eso te sentís un
iniciado. Te sale gratis, -se lamentó ella.
- Soy
demasiado celoso, ¿y qué? ¿No puedo sentirme molesto acaso? Tu vida social…
- ¿Mi
vida social? ¿No te di mi cuerpo y mi alma en todo momento?
- Sí,
pero…, -balbuceó él.
-
¿Comprendiste?
- Sí.
-
Deberías estar en paz entonces, Pim.
El choque del libro contra el piso se oyó
al unísono con la puerta. Desde abajo, por el cuadrado de la foto del envés, un
rostro barbado la miraba indolente.
Este es el otro relato seleccionado para el XII Encuentro... en el rubro Narrativa Breve. Es probable que quien no tenga noticias del libro al que se hace referencia no alcance a capturar buena parte del último "Ella sin él". Perdón, pero no supe hacerlo entendible para todos.
Por supuesto, si te interesa saber de que´libro se trata (en caso de que no lo conozcas), lo vas a tener que mínimamente rastrear en algún buscador internético.
Este es el otro relato seleccionado para el XII Encuentro... en el rubro Narrativa Breve. Es probable que quien no tenga noticias del libro al que se hace referencia no alcance a capturar buena parte del último "Ella sin él". Perdón, pero no supe hacerlo entendible para todos.
Por supuesto, si te interesa saber de que´libro se trata (en caso de que no lo conozcas), lo vas a tener que mínimamente rastrear en algún buscador internético.
Estupendo Oso, ya me habías contado la idea tomando mates, hace un mes, pero la forma en que la desarrollaste va más allá, la narrativa ,es magnífica. Uno más para ese futuro libro que algún con seguridad saldrá con tus relatos "tan de acá".
ResponderBorrarUn abrazo!!!!
Sin querer queriendo, tenemos un anexo novelado y contemporáneo del ¨Péndulo ...¨
ResponderBorrarSiempre para bien, por aquí abundan los ecos de Eco.
Un beso
SIL
Un poco, solo un poco, me hizo acordar al encendedor que identificaba el matrimonio de Mariana y Jose Claudio en "Los pocillos de cafe" (Benedetti)
ResponderBorrarSi bien el libro no se gasta
y aca no hay cuñado (jajaja)
la narrativa que usted impLementò esta MUY buena
eso se siente
gracias a los elementos qu crea el autor
porque uno/a puede imaginarse el lugar, el mueblecito y hasta los gestos
usted es otro GENIO♥
Un beso GRANDE♥
Me atrapó tu texto y me picó la curiosidad… ;-)
ResponderBorrarUn placer leerte en la sobremesa del sábado mientras tomo el té…
Muackss!!
NETO:
ResponderBorrarMedio que lo terminé distinto después pero bueno, la idea fue.
SIL:
Un anexito, digamos más bien. Bueno, es un escritor que me gusta mucho (como escribe, entiéndase)...
PASSION:
Rebienvenida al ranchito. Lo tengo un poco abandonado, vio, pero en pie.
GINEBRA:
Buen momento para leer desvaríos, Gin.
Gracias, gente linda.
Que bueno que te quedo el relato de la antologia de Poetas y Narradores.
ResponderBorrarLa verdad es que me gusto muchisimo.