ETERNO RETORNO

Estas historias son como lanitas sueltas que la nona va ovillando en un bollito y una vez que adquiere volumen, las va desovillando para hacer algo con todas como si fueran una sola cosa. Así son estas narraciones, dichos, frases sueltas, conjeturas patinadas por una memoria tenue que -a veces- toman forma en la mano de quien las intenta reunir.

domingo, 30 de septiembre de 2018

Filosa

Cuentan quienes han vivido que en uno de los caminos rurales que cruzan desde Villa Constitución hasta Pavón no pocas veces ha aparecido al ciclista o caminante distraído una mujer entrada en años y asentaderas que a primera vista semeja una administrativa municipal, pero que a pesar de esta desgraciada apariencia no se trata más que de alguien que busca la paz deambulando entre las vías y el arroyo con el único propósito de consumar la única actividad que le produce un inexplicable placer.

Quien se atreve a levantar su vista y mirarla por el sencillo expediente de un saludo gentil, descubre que en sus ojos de gorgona arde el reflejo que revela el error cometido. La mujer blande una larga lengua de dos filos que en una presta estocada se introduce inopinadamente por una de las orejas del malhadado transeúnte. Es posible, o no, imaginar la atrocidad de este suplicio del mismo modo en que se hace casi imposible visualizar la transformación de tan infortuna aparición. Voces cultas de años coinciden en afirmar que la transformación de una bella princesa en un maligno monstruo de indecible fealdad es cosa de todos los días en los relatos universales de fantasía o que incentivan al lector u oyente a aceptar una moraleja como verdad ineluctable. Sin embargo, pocas veces se encuentra una atrocidad tal como la mutación de una indolente empleada pública en un ser capaz de penetrar todo escudo de indiferencia al punto de lastimar la mente con ramalazos de dolor difíciles de describir.

Quedan en nuestra ciudad (quien sabe si) afortunadamente vivos algunos que atravesaron tal crudelísimo tormento. Las secuelas no son visibles para el lego, pero quien ha sobrevivido siente en su carne ocasionalmente sajarse a sí mismo distintos sectores de su cavidad bucal. Y el irrefrenable impulso de convertir su propia lengua en martirio para los oídos ajenos.

Yo mismo, alguna vez en mi juventud cuando la vida valía menos que una justa causa donde exponerla, osé desafiar al monstruoso ser. Preparé mi walkman con pilas alcalinas nuevas y un cassete de La Biblia según Vox Dei y enfilé para los campos del noroeste de la ciudad rogando a los cielos cruzarme con ella y salir de alguna manera airoso. No sé cuál fue el motivo. Tal vez mi exagerada propensión a descreer de esas leyendas que solo infunden temor, tal vez por tener a mano una hazaña que contar a mis nietos en el siglo que estaba próximo a venir, no lo sé. Sí colijo que como otras veces en que me gana cierta euforia me pertreché con lo que creía indispensable -y apto para una posible huída en atropellada- y sin darle vueltas al asunto busqué el encuentro cara a cara.

Pasé el puentecito entrando a la zona de bañados, porque me parecía que una leyenda de esas no andaría por caminos más prosaicos como los de las parcelas de criadores de chanchos. Nada. Tuve que decidirme por los caminos que se acercaban a la ruta. Y cuando ya me estaba convenciendo de que había perdido una tarde persiguiendo una ilusión la vi. Si no apareció de la nada estuvo agachada detrás de unos matorrales espesos. Da lo mismo, porque la sangre se me espesó al punto que creí morir de espanto. Efectivamente vestía como una abúlica empleada municipal espeluznante. Sus anteojos caían sobre la naríz abultada por los años. Su rostro gomoso me traía vagas reminiscencias de algún dibujo animado de la infancia. Paralizado, no tuve más que esperar a que se acerque. Al caer en la cuenta de que sonaba la balada Profecías y no Guerras o algo medianamente potente, subí el volumen del walkman. Ya muy cerca mío levantó la mirada y supe que el terror paralizante de Medusa era algo que sucedía dentro de la víctima.

Cuando observé un inconfundible estiramiento de las fláccidas mejillas me preparé para la fatal estocada aumentando la rigidez de mis músculos. Entreabrió los labios seguramente para proferir alguna especie de conjuro. Desde el fondo de sus fauces, a pesar de que el Sol estaba a sus espaldas, un brillo metálico parecía crecer. La temible lengua de dos filos de la que tanto había oído estaba ante mí, amenazante, centelleando sedienta de martirio ajeno.
Fue como un latigazo, como el aguijón artero de una avispa furiosa. Duró la fracción de segundo necesaria para que cayera en la cuenta de que no había pasado nada. Cerré los ojos mientras atronaba Vox Dei sintiendo en mis mejillas ráfagas de aire como si un filoso objeto pasara muy cerca de ellas a gran velocidad. Los abrí cuando cesó la ventolina.

La mujer me miraba fijamente mientras sus ojeras parecían profundizarse y con ellas amainar mi terror.
Se puso de costado como para dar un giro y retirarse, pero con ademán de decir unas palabras. Entonces, sin bajar el volumen me quité los auriculares. Tarde comprendí mi error, dejando indefensas mis orejas. Pero la mujer terminó de entornarse hacia el oeste de cara al Sol, se encogió un poco más y murmuró algunas frases poco entendibles como vas a ver... estás en mi poder... si yo quisiera sería tu ruina... 

Anocheciendo pisé las primeras calles pavimentadas con tanto alivio que no volví a ponerme los auriculares. Desde ese día hablo muy poco, quizás menos de lo necesario. Me siento triunfante y derrotado a la vez y prefiero no enojarme demasiado delante de la gente que aprecio. No sea cosa que esos cortes que de vez en cuando me hacen sangrar la boca se conviertan en presagio y muestra de una espada que no quiero blandir.


9 comentarios:

  1. Me recuerda a Crónicas del Angel Gris, de Alejandro Dolina. Interesante versión del mito de Medusa.
    Vox Dei, una interesante defensa musical.

    Bien contado.

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    1. Por lo menos , un intento de defensa si no por lo divino, por lo ruidoso, jajaj.
      No creo llegar al jueves pero espero tener un poco más de continuidad. Abrazo.

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  2. Ya que volviste postear, este es próximo jueves de relatos

    https://jwancarlos.blogspot.com/2018/09/convocatoria-literaria-este-jueves.html

    Saludos.

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  3. Lengua filosa... era el mito de Villa Constitución o sería una chismosa lengua larga?
    Vaya historia Oso, muy bueno el giro final, te convertiste en mito para la historia.

    Se te extrañaba.

    mariarosa

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    1. Hola María Rosa.
      Como siempre que las cosas me lo permitesn, vuelvo.
      Te dejo un beso grande y te agradezco pasar por aquí.
      Ya visitaré tu blog.

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  4. ¡Qué grande!
    Me gusta la figura metafórica (poética si se quiere) de la administrativa municipal entrada en años y asentaderas.
    Coincido con el comentario del Demiurgo, aunque tu relato tiene la variación de ser una mitología más rural, no tan barrial-ciudadana.
    Muy bueno. El final nos deja la boca cerrada y llena de preguntas.

    Abrazo de Copa Argentina o levantar en la superliga Oso!

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    1. Gracias, genio.
      Me gusta recrear o inventar historias de mitologías rascas. De paso uno azota veladamente a algún personaje vernáculo, jajaj.
      Abrazo de vamo que así no yegamo!!

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  5. Esta mezcla de chismosa de barrio y espanto (municipal) no tiene nada que envidiarle a cualquiera de los mitos urbanos conocidos, muy buen relato Oso el que nos regala y además con el encuadre musical de la Biblia de Vox Dei, que mas se puede pedir???
    Sí, una cosita más, no se pierda que por aquí se lo extraña, vio?
    Abrazobeso y lo mejor siempre.

    REM

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    1. Hola, querida Rem.
      Qué más quisisera que escribir seguido, pero bue, a veces nos vemos superados en los tiempos. Por suerte, todos de cosas lindas.
      Gracias por andar por acá.
      Besos

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