ETERNO RETORNO

Estas historias son como lanitas sueltas que la nona va ovillando en un bollito y una vez que adquiere volumen, las va desovillando para hacer algo con todas como si fueran una sola cosa. Así son estas narraciones, dichos, frases sueltas, conjeturas patinadas por una memoria tenue que -a veces- toman forma en la mano de quien las intenta reunir.

miércoles, 31 de enero de 2018

Cuentos ante el fuego

Los sábados de invierno, mientras los padres miraban en la tele un programa de engominados tangueros lastimosos con aires de próceres, el abuelo nos reunía cerca del hogar a leña, una vez que hubo preparado un par de troncos gruesos, algunas ramas y encendido el chamizo hasta que las primeras brasas refulgían rojizas y triunfantes.
Clara, mi hermana mayor, era la que elegía el tema de lectura o de cuento del abuelo. Inés y Paquito opinaban como voces menores. Y yo, yo... bueno, siendo el menor asumía el rol de un observador con buen palco de esa escena que no por repetida dejaba de ensoñarnos.
Cuando cesaban los chisporroteos que semejaban fuegos de artificio de dos mangos, comenzaba el rito. El abuelo empezaba a leer -o a contar, si le pedíamos- con su voz grave y untuosa, que caía sobre nosotros como esas telas sedosas que uno apoya sobre el respaldo de un sillón y se deslizan sobre sí mismas desde un borde dejándose fluir con elegancia.
Cuentos inocentes, cuentos pícaros, cuentos de terror, de aventuras, de viajes fantásticos y gigantones prepotentes iban fertilizando nuestra imaginación. Cuentos que, como jugada maestra y a la vez graciosa del abuelo, no debíamos mencionar a nuestros padres.
Un sábado, Clara fue invitada a un cumpleaños de quince y aunque nos aguijoneó su ausencia no sospechábamos que ya no se sentaría a escuchar los cuentos ante el fuego. Con los años, Inés y Paquito hicieron lo mismo. Y aunque yo me sentí desdichado al principio, sentía también que me había convertido en el único propietario de las maravillas que deparaba la voz del abuelo. Esa voz que lucía un poco menos cadenciosa y más cascada, incluso quejumbrosa.
Viví como una injusticia que el abuelo se fuera de los cuentos sabatinos en los fríos inviernos antes de que la vida me llevara a mí a otros intereses u obligaciones como a mis hermanos. Un tiempo estuve enojado con su partida, se había ido muriendo desde que quedó solo conmigo. Fue mucho tiempo después cuando comprendí que hay caminos que no se eligen y otros que es necesario atravesar aun cuando los riesgos sean grandes. Y que casi siempre la ilusión de un niño se va trastocando en decepciones que se acumulan con el título de adulto bajo el brazo.
También me pongo a pensar qué sería de una infancia sin ilusiones, sin cuentos que la estimulen, sin estrellas con nombre ni territorios por descubrir. Es por eso que -en estos frescos días en que el otoño se va retirando hacia el norte, donde se recuesta el Sol- me hallo aprestando un par de troncos gruesos, algunas ramas y un manojo grande de chamizo antes de que mis propios nietos se impacienten o se duerman temprano sin sus cuentos ante el fuego.



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36 comentarios:

  1. Muy entrañable y seguro que esa tradición seguiría plantando semillas de nuevos narradores junto al fuego.

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  2. Que sería la vida de un niño sin el cuento de su abuelo ..creo que el que no haya vivido se pierde una preciosa fase de su vida .
    Un abrazo.

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    1. Los abuelos son los que curan las pifiadas de los padres.
      Besos

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  3. Muy bueno tu relato, sobre lo de recordar algo que dio ilusión. Y continuarlo.

    Saludos.

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  4. Buenos días, el oso:
    Un gran apunte de recuerdos el que tu personaje literario nos relata.
    Encuentro muy difícil, me es esquivo, el escribir con esa cercanía que transmite tu relato.
    Enhorabuena, el oso.
    Un abrazo.

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  5. Las historias de los abuelos marcan carácter... qué bien tu historia y qué bien que pudiste disfrutar de él.
    Precioso.
    Bss

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    1. Bueno, no es una historia basada en mi experiencia, pero sí en mis deseos.
      Besos

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  6. Bellísimo relato. Una chispa de esperanza final luego de la tristeza de esas brasas que casi se apagan pero que se reavivan aunque que pasen los años. Todo por la voluntad de seguir con esa vocación heredada de alimentador de ilusiones que tu abuelo sembró en ti.
    Ha sido muy emotivo leer tu historia. Un abrazo

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    1. Gracias, no tuve la fortuna de conocer a mis abuelos, tal vez por eso el relato.
      Besos

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  7. Precioso relato, Oso.
    He leído en los comentarios de arriba que no conociste a tus abuelos y vaya, está tan bien narrada la historia, con tanta ternura y cariño, que hubiera puesto la mano en el fuego para decir que se trataban de hechos reales.
    Mi enhorabuena, un placer leerte
    ¡Besos!

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  8. Es que eso de tener un abuelo cuentacuentos es todo un lujo....tu historia me ha trasladado a otros tiempos, a un rincon remoto y reconfortante. Gracias por tan bello cuento y por sumarte a mi covocatoria, besos.

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    1. Gracias a vos por tus palabras y tan buena acogida en tu blog.
      Besos

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  9. Que hermoso cuento me ha emocionado y creo que a la mayoría nos ha tocado de alguna manera. Nadie mejor que nuestro mayores para hacernos vivir esos "relatos" que nos quedan grabados para siempre.

    Querido Oso besoabrazo y que lindo es leerlo, un disfrute.

    REM

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    1. De alguna manera estas historias nos hacen enternecer.
      Gracias y besos, querida Rem.

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  10. ohhh !!!
    me encanto tu relato creo que nos hace falta esas historias y momentos que nos nen como familia y que hace volar la imaginación de los pequeños

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  11. Bonita historia y bien narrada, oso, un placer leerte.

    Un besazo.

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  12. Es bonito que siempre exista un abuelo que te cuente aquellos maravillosos cuentos.
    Un abrazo

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  13. Qué triste que aún sabiendo que todos volveremos a sentir la necesidad seamos capaces de abandonar a nuestros cuentacuentos y sumirlos en una lenta agonía, la misma que nos aguardará a nosotros cuando otros nos hagan lo mismo, si supiéramos y fuéramos conscientes de eso que tan bonito dices, " que los cuentos iban fertilizando nuestra imaginación", pues otro gallo nos cantaría. Gracias por tan increíble regalo.

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    1. Así es, estimado. Por eso estimular la imaginción es una tarea pendiente.
      Abrazo

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  14. Hermoso, muy bonito Oso. No deja de tener su golpe fuerte, el implacable paso del tiempo.
    Aunque son personajes, no pude dejar de pensar en un Oso de niño sentado con sus ojos enormes frente al fuego, y no puedo dejar de pensar en ese Osito pequeño que hoy se sienta frente a la hoguera y será mañana el que deposite los leños cargando a cuestas sus historias.

    Abrazo grande, hoy más que nunca!

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    1. El paso del tiempo es implacable y las historias nos hacen vivir otros tiempos me encantan.
      Abrazo de "ni así, nene"

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  15. Ya está el próximo jueves de relatos

    https://blogdemjmoreno.blogspot.com.ar/2018/02/este-jueves-un-relato-la-carta.html

    Saludos.

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  16. Que linda historia, me encantaban las historias de mi abuela, lo que recordaba de los policiales de "Critica" me lo traducía para niños.
    Es hermoso saber que alguien te escucha en silencio y disfruta tus cuentos.

    mariarosa

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    1. Es imposible no disfrutar con los cuentos de los mayores que nos encantan.
      Besos

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  17. Hay los abuelos...Los cuentos de los abuelos. Preciosa historia. Me ha recordado a mi adorado abuelo.
    Muchas gracias
    Rhodéa Blasón

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    1. Gracias por hacer sentir que la historia fue útil en despertar algunas emociones.
      Besos

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  18. Mirá Oso, tendría que enojarme contigo, porque al lado de ese abuelo... Pues no!!! Lo que has hecho, es marcar un camino, señalar una huella, demostrar que la imaginación y la fantasía, son un buen recurso de seducción, cuando todos los demás nos abandonan, y que estaremos haciendo historia en esas almas que amamos como nunca antes en nuestra vida. Me encantó tu cuento junto al fuego!!! ( se nota?) Besos

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