Era pampa, llanura arrepentida,
salmo a este viento que degüella mediodías.
Era tierra negra lamiendo sus huellas
a fuerza de tempestades.
Mansa y salvaje
hundía rescoldos y fierros en pastizales,
pudor de niña,
estampa de manto eterno
al ocultar sus huellas.
Así era, pampa,
abrazada al tiempo, ese orfebre lento
que cura rasguños.
De a poco (pero inexorable)
toda huella de hombre
sucumbe en la pampa.
Taperas, puntales, vasijas y huesos
eligen ser tierra preñada de olvido.
No hay piedras con marcas,
escultura ausente,
recuento de soles
sin guardar historias.
Así era ella,
altivo arpegio de vihuela
disuelto en fogones.
Era pampa y tendía la mesa
como alejando horizontes,
lamiendo sus huellas
a fuerza de tempestades.
Así era. Y toda huella de hombre
sucumbe en la pampa.
Que bonita comparación...
ResponderBorrarGracias, Tracy, por tu visita a pesar de mi inconstancia para hacer lo mismo. Besos
BorrarEl Tiempo: ese orfebre lento,
ResponderBorrarque va pariendo de tu mano estos poemas hermosos.
Besos.
Mirá quien habla..!
BorrarBesos!
Me gusta, muy inspirado tu poema.
ResponderBorrarAh, soy anfitrión de Este jueves, un relato. El tema es Mara Laira.
ResponderBorrarGracias, Demiurgo, allí estaré.
BorrarAbrazo
se nace y se muere en la pampa entonces... linda metáfora para los que nos pasa con ellas.... abrazo pampero señor...
ResponderBorrarAsí es, amigo quemero, nos pasan esas cosas (por encima).
BorrarAbrazo
Qué bonito texto, muchas gracias por compartirlo, amigo Oso.
ResponderBorrar¿sabes? he disfrutado tres veces de la lectura, se me agarraban las frases a la mente conformando imágenes fantásticas...
Un abrazo y tu cafelito de hoy. Gracias de nuevo.
Bueno, me alegro mucho de que haya generado imágenes, estimada Censu, es todo un halago.
BorrarBesos
Que maravillosa descripción!
ResponderBorrarQue lindo escribís Nestor!