- Debemos mantener la mente ágil, Ignacio. La escoba es ideal para eso. ¿Ves? Prefiero juntar sietes a juntar oros, ya que hay solamente cuatro sietes. Los oros pueden esperar. Eso es razonamiento lógico y analítico de un detective.
- Ero zi ne voy ganano catoze a ziete...
- ¡Calla, insensato! El azar no puede excluirse, ya lo dijo Heisenberg. Y esta vez está de tu lado. Ganarás una vez o dos, pero a la larga las estadísticas estarán del lado de la razón.
- Arece e eztá ecidido a perder odra ahuesta...
- ¡Ja! Esta vez el azar no te ayudará. Tengo todo previsto.
- Jefe, ne suena el zelu.
- Hola. Hable... Sí, mi principal. Cómo no, mi principal. Enseguida, mi principal. Hasta luego, mi principal.
- ¿Zu novia?
- No, esta vez la jerarquía policial. Un crimen en el Country Aromas Con Abedules. Debemos ocuparnos.
- Ziempre iene una excuza ara ejar de ugar uano ierde...
El Country era imponente. Un alto paredón que perdía continuidad solamente en el pórtico principal coronado por las iniciales del nombre entrelazadas primorosamente.
- Mira, Ignacio, esos dos mastodontes vigilan la entrada. Evidentemente nadie pasaría por esta puerta sin que ellos lo notasen.
- Zí, jefe, a no zer que...
- Calla y diles a qué venimos.
- Uenas ardes, el zeñor aí prezente es el etetive Leo Damier y yo zu ayudante. Nos emían e la eccional 8 y...
El mastodonte que cuidaba la entrada los miró sorprendido.
- No esperamos a nadie en este solar y menos con shorts de baño, ojotas y musculosa. Retírense o me veré obligado a...
- Oye, zopenco, no tenemos tiempo. Venimos con una orden de investigación por la denuncia que realizó el señor Aquiles Nado de Costeleta.
- El señor Nado es conde.
- Ya lo sospechaba yo, Ignacio, ese ricachón tiene el prontuario pesado y muchos enjuagues que esconder.
- Zí, lo zospeñábamos.
- Quiero decir que el señor Nado tiene un título nobiliario.
- Y yo soy técnico mecánico, ¡abre de una vez ese maldito portón!
- Jefe, ijo e iene una inmobiliaria...
- Camina ya, tonto.
El conde los esperaba muy nervioso. Recorría ida y vuelta la antesala de su mansión mordisqueando una larga pipa de marfil. A un lado, un serio mayordomo sostenía una bandeja de plata con un cenicero también de marfil.
- Buenas tardes, ¿el señor Aquiles Nado?
- Ejem, el conde Nado.
- ¿Lo tomo omo eclaración, jefe?
- Calla, imbécil, estos ricachones se presentan así, con su título antes. Hagamos lo mismo. Detective Leo Damier, a su servicio.
- ¡Achiller iológico Icnazio e Zanta María, pa lo e uste mandar!
- Simpático el mozuelo, detective. Éste es mi mayordomo: Osmar Tirizará.
- ¿Lo azoto, jefe?
- Calla, es un nombre extraño, pero como cualquier otro.
- Zí, es un hombre extradio, jefe. Eguro es el azezino, ¿lo arresto?
- Disculpe a mi ayudante, conde, es un poco torpe.
- Es muy joven, tiene cosas que aprender, detective. ¿Qué lo trae por aquí?
- ¡Epa! Nos llamaron de la seccional porque en este country se cometió un crimen. ¿Usted no sabe nada?
- Eh, ah, sí, sí. Ordené a mi secretaria que haga el llamado. Toda una contrariedad, usted sabe... ¡Débora! ¡Acércate, por favor!
- Jefe, ¡edtá uenízima!
- ¿Te parece sospechosa, Ignacio?
- Astante, ucho más e zu novia...
- Llámate a silencio y déjame intercambiar unas palabras con este monumento de mujer.
Buenas tardes, señorita.
- Hola, apuesto.
- ¿Qué apuesta?
- Eh... que es usted muy apuesto, quería decir. Soy Débora Fortunas.
- Lo imaginaba. ¿Usted ha llamado a la seccional?
- Oh, sí. Es que entré en la habitación de la señora Lucía y me encontré con algo digno de Dante.
- Anota, Ignacio, otro sospechoso, el tal Dante.
- ¡La señora Lucía cercenada en varios fragmentos!
- ¿Cree usted que se trató de un suicidio?
[continuará]
Muy buen comienzo, Un detective cuyos intentos de razonamiento detectivesco no lo salva de perder a las cartas, un ayudante que oscila entre lo torpe y lo malicioso, una secretaria llamada Débora Fortunas, que es un monumento de mujer. Y una pregunta curiosa sobre si la extrema muerte de la señora Lucía fue suicidio.
ResponderBorrarBueno, es un rejunte de lugares comunes. Un poco de aquí, otro poco de allá.
BorrarLa intención es hacer una saga como la de Beto. Veremos cómo sale...
Qué risa :)) El final mortal, nunca mejor dicho.
ResponderBorrarEspero impaciente otro capítulo de geniales diálogos. Eres mi héroe!
Un abrazo y cafelito con delito.
El verano (el más caluroso de los últimos 50 años, por aquí) nos lleva a lugares un poco más relajados.
BorrarGracias!
Jaja, genial Oso!!! Me hace acordar a los radioteatros de Dolina! Siga, siga, dijo Lamolina.
ResponderBorrarPor supuesto que hay un poco de afano de aquellos radioteatros felices. Ha dado letra a más de uno en el estilo.
BorrarEn estos días releía lo de Beto y Macu y me dieron ganas de hacer algo parecido.
Te recomiendo esta convocatoria juevera, aunque sea solo como lector.
ResponderBorrarCreo que va tener interesantes relatos.
http://asisoyyoloquita.blogspot.com.ar/2014/01/convocatoria-juevera.html
Estuve por ahí, si me inspiro un poco, me anoto. Gracias!
BorrarBueno... al margen de que Ud ya sabe (con creces...) :P que yo soy bipolar, esto de comentarle a dos puntas, qué se yo, me da no sé qué, jaja.
ResponderBorrarEn fin: Genial su primera entrega.
Esperamos la segunda y si nos hace trabajar, ahí estaremos, pala en mano, que jamás le hemos esquivado a un laburo, vea.
Besos.
Bueno, vio cómo es esto. Yo no me acostumbro a los comentarios del face, pero producen muchos intercambios. Así que veremos qué vuelta le damos.
BorrarBesos
Arranqué a leer la última entrada que publicaste, y como no entendía algunas cuestiones rebobiné hasta acá.
ResponderBorrarMuy bueno, mucho humor (es verdad que algunos son lugares comunes pero otros son muy inesperados y me parece que en la mezcla de esas dos cosas salen cosas copadas). Algo de Les Luthiers, como bien dijeron algo de radioteatros de Dolina y por qué no algo de lo que hacía De la Puente con Pergolini en "Cuál es?".
Seguiré con estos casos.
Abrazo Oso!