Cosas que escribo hoy

De estas cosas escribo hoy.
De tu tristeza, de tu modo de caminar perfumado a suspiro.
También de los infinitos torbellinos de aire que enmarcan tus pasos.
De aquel sortilegio errabundo que delineó amaneceres tras tus hombros.
Y los ocasos que eran soles de van gogh en un destello.

Escribo sostenido como hojita que acarrea esa hormiga vacilante. Escribo bajo el peso de mis horas y la ignota mansedumbre de aquella enredadera que dejaba entrever florcitas humildes de sonrisa grácil y rocío de miel.

Escribo por la necia ambición de un fuerte abrazo. Por la humillación del estío que reseca.
Por la franca injusticia de otras manos, incapaces de ilusión sin un conteo.
De esas cosas, amiga, que me punzan, que me obligan, que porfían al destino un retazo de esperanza.
Escribo -otra vez- por la ínfima posibilidad de descorrer la persistente brizna que cortina tus ojos.

Tal vez porque escribiendo el tiempo aquel que empuja se deshace en palabras como nubes que anuncian que ya no anuncian nada. Intuyendo -de vez en vez- que si hay vida para mí se encuentra solo allí, palpitando en tu seno de guerrera, de muchacha leal en la osadía y en apremio brutal de contratiempos que se hunden sin pena en el celeste misterio de calor que ofrece tu regazo.