- Ya fue.
- Fue bueno mientras duró.
- Como una fiesta.
- Como una fiesta, Cleofás. Uno cree que la alegría va a durar, ¿no?
-...
El sol buscaba el horizonte refulgiendo frente a ellos. Los kilómetros se hacían cada vez más penosos.
- Jeremías, ¿vos creés? Digo, después de todo esto...
- Ya no sé qué pensar, Cleofás. Jesús nos dio esperanzas, nos mostró al Padre y el mundo sigue como siempre. Quiso cambiar las cosas y terminó mal.
- Terminamos mal.
Tan metidos en la charla se encontraban que no advirtieron al tipo que se les había sumado en la caminata.
- ¿De qué hablan?, -dijo el caminante.
- Explicale, vos Cleofás, éste debe ser el único nabo que no sabe qué pasó estos días.
- Te lo regalo con moño y todo, dale vos que tenés más parla.
- Ufa, ¿en serio no sabe?
- ¿Qué pasó? -insistió.
Y le contaron.
- El colmo fue esta mañana. Varias mujeres fueron al sepulcro y el cuerpo no estaba. Uno no sabe qué pensar con la inseguridad de estos días.
El caminante, sin mirarlos, suspiró y les dijo:
- ¿No decían sus profetas que debía padecer para manifestarse? ¿O acaso ustedes no creen en la fe de sus padres?
- ¿Quién cree ya en la fe de los padres? Los padres están más ocupados en vivir su vida que hacer crecer a sus hijos con fe, caminante.
Entonces el caminante les habló de las historias de los libros sagrados de su pueblo. Llegando a Emaús y viendo que el sol se ocultaba lo invitaron a quedarse con ellos.
- Quedate con nosotros, che, la charla estuvo buena, nos aflojó un poco las penas.
- Si hay algo para morfar... Me pica el bagre -dijo el desconocido.
- Ni hablar, quien es capaz de acompañar en el camino haciéndolo más agradable merece una mesa bien servida.
Estaban comiendo cuando el desconocido tomó pan, lo bendijo, lo partió y se los dio. Mientras ellos comían se fue, como una exhalación. Cleofás y Jeremías se miraron y creyeron comprender todo.
- Rajemos a Jerusalén, a contarle a los once.
- ¡Pará, que con la panza llena no puedo!
La euforia los invadía por completo. Llegaron para intercambiar asombrosos relatos con hombres y mujeres del grupo.
Y esa pequeña comunidad comenzó a gestar una historia más comentada que conocida.
De ellos se diría que compartían todo lo que tenían, nadie consideraba los bienes como suyos y se reunían a comer con sencillez de corazón. Y daban testimonio de su fe con su vida.
De todo esto, lo que más me impresiona es la idea de comunidad, que no siempre es posible fuera de las palabras en nuestras ciudades y comunidades religiosas.
Hay pequeñas comunidades que intentan esto, lo sé.
Paradójicamente, en nombre de esta gran historia, las multitudes van quedando afuera del espacio de quienes aseguran tener la verdad. Dueños del resucitado se atribuyen la potestad de repartir cielos e infiernos a voluntad, aun cuando no tengan idea de qué carajo significa esto.
Se me hace que no hemos entendido nada.
Porque no habrá otros caminantes. Ahora que sabemos que la historia está en nuestras manos.
Es maravilloso este relato / y toda la saga/ porque acerca a Jesús como ¨hombre entre nosotros¨, alejándolo de ese cielo tan intangible y tan alto.
ResponderBorrarCuán ejemplar, poderoso y único ha sido este tipo- que no ha dejado una sola línea escrita- y sin embargo, sigue permaneciendo en la historia, a pesar de sus oscuros representantes terrenales.
Un beso
SIL
Grandioso como cada Teología de barrio que he leído y excelente esa reflexión final. Es muy cierto lo que decís. Poco queda por agregar.
ResponderBorrarCuando comencé a leer pensé que hablaban del Santo... el de Boedo, claro. Jaja.
Un abrazo Oso!!!
Buen texto Oso, y la reflexión añadida. Lo que los hombres luego han construido a partir de estos son religiones. Y como tales, son palabras de hombre. Pero lo que Dios dijo es inmutable y la vida que Él trajo a los "muertos" incontestable.
ResponderBorrarMe encantó el texto.
Besos!!!
PD: igual alguno de tus amigos ve en el texto una velada mención a ciertos "eventos" en los que oficias (nunca mejor dicho) de anfitrión...y aparece pidiendo "merienda, picada, chinchus, asadito etc"...lo digo por lo de compartir el pan, ja!!
Abrazos!!!
Excelente relato estimado Oso,
ResponderBorrara veces he pensado y si El volviera, lo trataríamos mejor?
Pareciera que en dos mil años es poco lo que hemos entendido, coincido con Ud.
No hace mucho ví este video que le dejo, espero te guste tanto como a mí.
http://youtu.be/wFWvH-p3WvA
Besos
REM
Muy bueno querido Oso este relato, gracias por traernos a estos días esa historia que muchos dejan en la comunión a los once años.Verlo a Jesús como un par nos haría mas fácil, no solo la fe, sino la vida.
ResponderBorrarEncantada de leerte siempre!
Cariños:)
Amoo tu teología de barrio Oso!!!! Me encanta como hacer para hacer la religión un poco mas cercana a nosotros, me encanta!
ResponderBorrarTe leo siempre aunque a veces no tenga tiempo de dejarte algún comentario!
El pueblo pide mas teología de barrio!!! (digo el pueblo porque acá en mi casa, mama y papa super católicos te leen, y les encanta!)
Saludos!!!
SIL:
ResponderBorrarMucho no sé, pero él dijo que se iba a quedar con nosotros, creo, y bue, uno le toma la palabra...
NETO:
No me recuerde al santo en desgracia, plis. Otra que martirio!!
DOÑA TINTA:
Ah, sí, hacemos algún asadito de vez en cuando por cuestiones religiosas. No sabe la devoción de los muchachos a los chinchulines!!
REM:
Si me habré emocionado con "La bicicleta blanca", te agradezco habérmelo traído!
HUMITO:
Yo también creo eso y pongo en estos textitos mis preguntas.
TOMATINA:
Uy, acá la ligo... Me parece que tenés que cuidar a tus viejos de ciertas lecturas, je!
Agradecido por sus visitas, gente linda!!