El fútbol es un deporte particular. La avalancha negociera de los noventas, que goza de la mejor de las saludes, no pudo apagar algunas cualidades inapreciables de lo que hoy se suele llamar folclore del fútbol. El que no demasiado solapadamente exacerban los medios de comunicación para beneplácito de unos pocos que jamás sudaron una camiseta.
En Villa Constitución era común que al encontrarse los muchachos en las Dos Rutas se organicen en dos equipos: los de Boca contra los de Ríver, como una forma rápida y eficiente de organización de partidos. Si no había tiempo para la pisadita, lo mejor era dividir las aguas por simpatías, lo que de paso aseguraba un partido peleado.
Lógicamente había otras formas de dividir los jugadores. La popular solteros contra casados no tenía lugar en el barrio porque la mayoría de los que jugaban eran solteros. Supongo innecesario aclarar que al día de hoy un grupo de quince o dieciséis entusiastas podrían armar seis o siete equipetes para jugar solamente a las cabezas o a los penales: Solteros, Casados, Divorciados, Arrimados, Cornudos Conscientes... lo cual hace engorrosa cualquier organización de evento según una clasificación por estado, por lo cual la misma quedó caduca.
Por esos azares del destino, los partidos entre los de Boca contra los de Ríver eran bastante parejos y los resultados solían ser inciertos siempre. Entre los de Boca, el Héctor, el Gabri, el Vinchuca, el Gordo Pérez eran infaltables. Entre los de Ríver, el Gringo, el Eduardo, el Cati y mi hermano no fallaban.
Un caso particular era el de los mellizos Pascua. Uno de Ríver, el Carlos, y otro de Boca, el Antonio. Llegaban juntos y se iban juntos, como corresponde a mellizos bien entrazados. Pero durante el partido se azotaban como Merlo y Pernía. O como Monzón y Briscoe.
Claro es que en la multitud había un resto -en el que me contaba- de los
que no éramos de Boca ni de Ríver. Los de Independiente, Racing y San
Lorenzo íbamos a completar el equipo que menos tenía. Era muy raro, pero
del todo posible, que apareciera algún hincha de Central o Ñuls para
complicar el reparto. Algunas veces me tocaba rascar bosteros que se
creían Curioni o Potente y otras veces pelearles a los émulos del Beto
Alonso o Morete. Pero lo que brillaba siempre en unos o en otros era esa
extraña fidelidad al compromiso asumido. Si te tocaba jugar en
cualquiera de los dos, dejabas la vida, por el honor de tus compañeros.
Hubo más. Alguna vez, cuando inauguraban quién sabe qué clase de reforma en la plazoleta de las Dos Rutas, se corrió la bolilla de que en la comitiva venía Alberto J. Armando, el eterno presidente de Boca. El Gringo se vistió completito de Ríver. Armó una bandera con una caña larga y otra camiseta de la banda roja, se afirmó a unos veinte metros de la comitiva y empezó a cantar cánticos de hinchada mechados con el consabido Armando, cago blando con el que las gallinas insultaban al presidente de Boca. Creo que todavía está escondido en algún rincón de su casa por la corrida que le pegaron.
Otro detalle de época era la espera, paciente y sacrificada, aun con mal tiempo, de los colectivos que pasaban por las Dos Rutas embanderados de Boca o Ríver, para ir a jugar a Rosario en aquellos años en que la autopista era una promesa de futuro grande y de argentina potencia. Si pasaban colectivos embanderados de un equipo, los pibes rivales se comían una o dos horas de espera para acometerlos luego a tomatazo limpio -podrido, mejor dicho- sólo para dar a entender que no eran bien recibidos en las Dos Rutas. Pero jamás una piedra. A ninguno se le hubiese ocurrido cascotear los colectivos, porque así como eran rivales sin tregua en la cancha y en las bromas, los colectivos con hinchas eran sagrados. Un monstruo, pero un monstruo sagrado. Esos a los que había que demostrarles que no se les tenía miedo. Pero que no había que destruir. Porque la gloria consistía en tener rivales y a veces ganarles o ganar más que ellos. No en aniquilarlos.
Me llama tristemente la atención el modo de rivalidad futbolística que existe en muchos lugares hoy. Pareciera que la consigna es aniquilar al rival. Si no existe, mejor. Veo con desazón cómo en Rosario, por ejemplo, los hinchas leprosos o canayas se desesperan por pintar las columnas, los cordones de las veredas, los árboles, con sus colores. El sentimiento de inferioridad expresado es tan grande que sólo advierten como posibilidad llenar todo lo posible el espacio con sus colores de manera que el otro parezca no existir. Y si no existe, mejor.
Afortunadamente los rivales existen y son otros en los cuales nos miramos. Otros que nos ayudan a reconocernos como nosotros. Otros que de alguna manera remiten al Gran Otro, diferente pero gracias al que somos nosotros, eso que buscan las religiones -algunas más osadas aseguran haberlo encontrado y que les pertenece- y le rinden culto. El Gran Desconocido que se busca a través de diferentes manifestaciones y ritos. Ese al que tal vez sin saberlo remiten en los estadios miles de personas que aspiran a la gloria. Ese que quizás haya mirado con ternura cómo los tomatazos a los colectivos y la guadaña certera al delantero rival que se escapa eran expresiones de la búsqueda de la gloria -cuanto más eterna, mejor- de reconocernos en un nosotros que invita al abrazo múltiple del festejo. Y de agradecimiento al rival, que está ahí, enfrente, mostrándonos cómo somos y tal cual somos.
//¨Pero lo que brillaba siempre en unos o en otros era esa extraña fidelidad al compromiso asumido. Si te tocaba jugar en cualquiera de los dos, dejabas la vida, por el honor de tus compañeros.¨
ResponderBorrar//
Este párrafo es de oro.
Cuando recuperemos éso, salvaremos el mundo, Néstor Darío.
Beso,
SIL
Como puse en el otro sitio, se ha perdido como sociedad mucho de los que hacía al fútbol y su magia, único. Ahora todo es negocio, violencia, negociados, falsa euforia. Los colores no representan lo que antes representaban, ahora son banderas para disfrazar otras cosas. Es una pena.
ResponderBorrarA través de tus anécdotas, ese viejo espíritu parece volver a flotar y es bueno encontrarlo. Quién te dice que en algún momento no se desparrame otra vez en los pibes de barrio.
Un abrazo.
SIL:
ResponderBorrarMientras tanto, recuperar para los pibes un cacho de inocencia, de lealtad, ya sería mucho.
NETO:
Como bien lo describís, es la realidad que tenemos. Ya que la pelota ya no obedece mis órdenes, que sueñe con mejores porvenires.
Abrazos!!
Oso, qué pedazo de texto, che!
ResponderBorrarYo soy una enemiga del gran dicho gran "todo tiempo pasado fue mejor", pero acá, qué querés que te diga, acá en tu texto... No?
Sé que no viene al tema, pero hoy por hoy esto de no ver al otro como un rival sino como un enemigo acérrimo al que hay que aniquilar sí o sí, traspasa el fútbol y todo lo imaginable, la última moda parece ser -desde hace un tiempito ya- cortarle la cara a los compañeros de primaria que son más lindos o más simpáticos.
Ojalá pudiéramos volver a los tomatazos como "máxima expresión". Y bué, "cambia, todo cambia..."
Buen finde
J&R
Hermoso texto y reflexión, que me recordó al de las dos rutas que publicaste y que por suerte y gracias a Google maps, ubiqué en Villa. Hay algo que se perdió en este deporte como dice Neto, entró mucho de interés económico y la pifiaron. Pero aún hay niños que corretean tras la pelota en los patios escolares, ajenos a tanta intromisión interesada.
ResponderBorrarPor cierto...seguro que el amigo Ávila echa de menos una mención a Lanús...
Abrazos!!!
Oso, este texto me hizo recordar a un escrito de Dolina, publicado en la Humor hace muuucho tiempo, donde hablaba de quiénes eran hinchas de Boca y quiénes de River, según su forma de ser, en la actualidad y en la historia. Seguro lo leíste en alguna oportunidad. Me olvidé de decirlo en el primer comentario. Un abrazo.
ResponderBorrarSiempre disfruto de los relatos sobre fútbol, por la sensibilidad de las situaciones. No así del fútbol, porque no lo entiendo.
ResponderBorrarMe gustó tu relato.
Saludos.
Que buen post!
ResponderBorrarTe cuento un secreto de niña me encantaba jugar fútbol jajaaja y era buena!
Me ha dado mucha risa en como se dividian los equipos ej separados, casados, etc.
Lo bueno de Chile es que el fútbol se juega en todos lados y hace muy bien, eso si como tú dices sin pelear....y eso de lo importante es competir al final no es tan así.
:)
Besos par ati amigo y un lindo fin de semana.
mar
J&R:
ResponderBorrarYo tampoco creo que todo tiempo pasado fue mejor. Me parece que algunas cosas empeoran y tras mejoran. Algunas de las que añoro me producen cierta nostalgia y bue, acá están.
DOÑA TINTA:
Claro que hay chicos que corren detrás de la pelota con el espíritu intacto, por fortuna. ¡Uy, no me acordaba de que Lanús existe! (Me lee Felipao y me mata)
NETO:
Vos sabés que no lo tengo presente el texto de Dolina, aunque me suena, tal vez por comentarios de amigos. Así que voy a rastrear un poco...
MARIELA:
Es que el fútbol (o la cultura futbolística) es un condensado de lo que somos los argentinos. Siempre me parece que de alguna u otra manera es una alegoría de nuestra sociedad. Ah, decile a Athos que te lo explique o que te patee unos penales...
MAR:
Mirá vos, hasta buena futbolista habías resultado. Hay mucho de la cultura futbolística digno de rescatar y resaltar, me parece. Y esa es la intención de estos relatos.
Besos y abrazos agradecidos, amigos.
Para mí suerte, o desgracia, según como se mire, Athos tampoco entiende el fútbol. Creo que sé más yo por mi convivencia anterior con mi padre y hermano boquenses.
ResponderBorrarUna vez que fui a visitar a mi hermano le dije que desde que no vivo con él ya no sé cómo va Boca. Ni tampoco Newells, ni Central, para qué voy a mentir en este foro.
Oso: me gusto mucho todo el texto, y el remate final, sublime. yo no soy futbolero, pero me acuerdo cuando me hize de river. trabajaba en una empresa de villa donde todos eran de boca y muy fanaticos. y en ese momento conoci cual era mi destino en esta vida, llevarles la contra a los de boca. son calentones cuando pierden, pero cuando ganan, son insoportables.
ResponderBorrarpanchuss
Este: http://www.cuentosdelapelota.com.ar/2007/11/todos-somos-de-river-alejandro-dolina.html
ResponderBorrarq lindo relato! me gustó
ResponderBorrarlo mejor es encontrar alguien que escriba ñuls igual q yo ajaja