- Leben ist nicht trivial…, -declamaba Werner,
mordiéndose el labio superior - …y uno se siente como un dios al destruirla.
La nave giró, ahora
con el silencio obstinado de los hombres, cada uno de ellos mirando a través de
su panel frontal. Sin hablarse realizaron las maniobras que ejecutaban a la
perfección. Ulises a los controles, Werner a las armas. La legión de naves
comandadas por androides hacía fuego sobre ellos. A su vez, los medidos rizos,
mediotoneles y demás movimientos realizados por la nave contenían ese retazo de
incertidumbre que las máquinas no podían prever y le aportaban cierta ventaja
al equipo de humanos por sobre los robots. Esa extraña anticipación que
florecía inmediatamente cada vez que Ulises entraba en un estado de violenta
excitación. Entonces, ya no podía conducir en silencio y relataba su propia
aventura. -¡Fangio solo!-, rugía. Y otras expresiones como: –¡Oleeee,
pasa Fangio, abran cancha!, eran su grito de guerra. Esto enfurecía a
Werner y lo transformaba en una máquina de destruir implacable. Él casi no
hablaba, pero a modo de anticonjuro, cada vez que su compañero mencionaba a
Fangio, farfullaba: –Schumacher era mejor, como un mantra redentor.
Cuando el peligro
inminente pasaba, volvían a las reflexiones sobre la vida y matar, mientras la
distancia a su objetivo final disminuía según el más preciso plan. Sabían que
no volverían, que se transformarían en dioses decadentes sucumbiendo con la
civilización que los vería llegar en un violento destello sobre sus cabezas
para luego transformarse en la nada más absoluta flotando entre rocosos y
metálicos residuos.
En todo el trayecto
habían combatido con máquinas conducidas por otras máquinas. Aquel mundo que
amenazaba la Tierra no tenía el coraje de atacarla cara a cara. Sólo millares
de naves robots pequeñas que asolaban las grandes ciudades reduciendo a la cuarta
parte la población terrestre en poco menos que un año. Como siempre, los
desacuerdos entre las grandes potencias habían retardado la capacidad de
respuesta global. Países que desconfiaban de otros países, congresos para la
defensa que no cuajaban en acciones.
Pero en algún lugar
secreto se gestó lo impensado, fuera de las pantallas que competían para ver
quién ostentaba mayor número de bajas. Lo impensado, una nave vengadora con una
capacidad infinita de maniobra. Cargas nucleares capaces de destruir un planeta
del tamaño de Júpiter en un suspiro. Y dos tripulantes. Un piloto hábil, al
nivel de la fantástica potencialidad de la nave para fluir por el espacio. Y un artillero
perfecto. Ulises y Werner. Un argentino y un alemán. Bautizados ambos con
sendos nombres de guerra: Fangio y Schumacher, según sus ídolos. Sabían que
morirían en la misión, pero era mejor que perecer bajo el fuego constante, casi
anodino, de los androides.
-Decía que la vida no es cosa trivial, querido Schumi-, recomenzó Ulises al atisbar entre mortecinas
nubes la esfera que casi no contaba con defensas a la vista.
-No lo es, es ist nicht… y seremos
dioses fugaces, argentino. Hagamos la gira.
Ante la falta de
escudo protector en la alta atmósfera del planeta, se convencieron de que
estaría indefenso. La última barrera de androides ya estaba muy lejos y los que
quedaron tardarían en llegar. Tal como lo decían sus informes digitales
parecía ser un planeta pacífico, cuyos ambiciosos líderes –sedientos de
conquista- vieron en la Tierra un blanco ideal para probar su incipiente
tecnología robótica y a la larga un reservorio de incontables recursos vitales. No era un planeta artillado ni mucho menos. Pero había que
destruirlo.
"La
gira" de Werner consistía en un paseo sobre el
planeta antes de destruirlo. Uno se siente como un dios. Y Ulises, entrando en
esa conocida exaltación, puteaba y escupías fangios –contrarrestados por tantos
schumachers- deslizándose sobre cordilleras, quebradas y extensas llanuras.
Casi como en la Tierra. Ciudades.
- Más
cerca, Ulises, quiero ver la vida…
- Te va a hacer mal, Schumi, no es algo trivial y…
El espectáculo los
conmovió, la vida era como en la Tierra. Se acercaron a una gran ciudad. Los
habitantes, un poco más delgados y altos, sugirió Werner, miraban incrédulos y aterrados la
llegada del bólido estelar. Algunos quedaban pasmados, otros se arrodillaban o
se tapaban los ojos.
- ¡Somos dioses,
argentino!
- No tanto, no es tan trivial, ¡vamos Fangio, carajo!, clamó Ulises, acelerando.
- Ya no lo sé,
resopló Werner y corrió a abrazar a su compañero al instante de soltar los explosivos nucleares.
Nota: Ulises y Werner -así como los relatos ya publicados Visitantes y Sin tiempo ni espacio forman parte del proyecto Latidos cósmicos -historias de ciencia ficción colaborativa con perspectiva argentina- que pergeñamos hace unos años con Ernesto Parrilla (el querido Neto), Felipe Ávila y Diego Scaravaglione Marrone. Los relatos estaban acompañados por ilustraciones de grandes dibujantes. El proyecto quedó en espera por diversos motivos ajenos al entusiasmo que pusimos. Aun así de vez en cuando le pego un vistazo a mis relatos para hacer algún retoque, etc.
Ulises y Werner fue ilustrado por el gran dibujante cordobés Alejandro Burdisio, Burda, quien realizó la maravillosa imagen que acompaña el texto. Les sugiero cliquear sobre ella para apreciarla en todo su esplendor. Durante varios años la extravié por la rotura del disco en la que la guardaba, pero rebuscando entre mis cosas encontré esta versión y aceleré a lo Ulises para pedirle permiso a Alejandro para publicarla en el blog. Por supuesto, me dio la autorización y hoy muestro más orgulloso la imagen que el relato.
Nota: Ulises y Werner -así como los relatos ya publicados Visitantes y Sin tiempo ni espacio forman parte del proyecto Latidos cósmicos -historias de ciencia ficción colaborativa con perspectiva argentina- que pergeñamos hace unos años con Ernesto Parrilla (el querido Neto), Felipe Ávila y Diego Scaravaglione Marrone. Los relatos estaban acompañados por ilustraciones de grandes dibujantes. El proyecto quedó en espera por diversos motivos ajenos al entusiasmo que pusimos. Aun así de vez en cuando le pego un vistazo a mis relatos para hacer algún retoque, etc.
Ulises y Werner fue ilustrado por el gran dibujante cordobés Alejandro Burdisio, Burda, quien realizó la maravillosa imagen que acompaña el texto. Les sugiero cliquear sobre ella para apreciarla en todo su esplendor. Durante varios años la extravié por la rotura del disco en la que la guardaba, pero rebuscando entre mis cosas encontré esta versión y aceleré a lo Ulises para pedirle permiso a Alejandro para publicarla en el blog. Por supuesto, me dio la autorización y hoy muestro más orgulloso la imagen que el relato.
Qué lindos relatos hay en Latidos Cósmicos, casi todos inéditos. Ojalá algún día concretar el sueño. Burda, sin palabras. Groso total. Talentoso y buen tipo. Un grande.
ResponderBorrarAl leerlo hoy me pareció bastante flojo -aunque en el conjunto encajaba perfectamente- pero no me quería perder el lujo de publicar un Burda auténtico en el bolg.
BorrarAbrazo, Netox!
Grandes personajes, bien planteada la historia.
ResponderBorrarEs un clásico de las ficciones los personajes que se sacrifican, para salvar a los demás.
Que bien que volviste a la blogosfera.
Saludos.
Sí, creo que debería reescribirlo en su totalidad. Pero zafa bastante bien.
BorrarVuelvo siempre apenas puedo, pertenezco a esto.
Abrazo
Nestor querido,a reflotar el proyecto se ha dicho!Acordate que en julio voy por ahí a VillaViñetas y en persona podemos pulir estos relatos.Debo buscar donde quedaron
ResponderBorrarlos míos...
Vamo con VVIII!!!!
BorrarA la distancia se puede ver con otra perspectiva, un lindo paisaje!
Abrazo, Gran Felipe!
Muy buena historia Oso. Que pena que no hayan podido realizar un libro. La imagen demuestra que buen dibujante tienen con ustedes.
ResponderBorrarhay que insistir Oso, dicen que algunas editoriales están recibiendo novedades , entre ellas me hablaron de Cúspide.
mariarosa
Gracias, María Rosa. No sabés los dibujantes que tenemos amenazados para esta tarea!! Geniales!
BorrarA lo mejor movemos el avispero.
Besos!
A pesar de tus comentarios me parece muy buena. Tiene esa visión argentina que mencionas, como en los relatos de Fontanarrosa o de Soriano, y el final tiene mucho sentido, más bien diría sea ríos sentidos.
ResponderBorrarOjalá algún día puedan editar todo.
La ilustración es fenomenal. Me recordó a los grandes dibujantes de ciencia ficción. Fijate ese blog amigo cada tanto sube algo del estilo
http://pepecahiers.blogspot.com.ar/2017/03/el-viaje-interestelar-de-chris-foss.html
Abrazo grande de recuperados! Que bueno verte de nuevo por aca
Esperemos que se pueda en algún momento!
BorrarEstuve viendo el blog del eremita, excelentes ilustraciones. Siempre que veo a alguien capaz de expresarse (además con esa excelencia)con el dibujo me produce una profunda admiración y una pizca de sana envidia. Sin absolutamente incapaz de dibujar decentemente más que cosas geométricas.
Seguimos en recuperación!
Abrazo!
Ay que lindo, me ha sorprendido porque desconocía esa faceta suya como escritor de ciencia ficción y me ha encantado. Ud. es un grosso.
ResponderBorrarOjalá puedan concretar la publicación del libro, porque como cuenta ademas de las historias los dibujantes deben ser excelentes por lo que puedo apreciar con la ilustración de Alejandro Burdisio.
Besoabrazo mi estimadísimo Oso y que bueno que haya regresado, no se pierda!
REM
En parte, ponerme a escibir estas cosas me sorprede a mí también. Creo que ayudó en su momento encontrarme entre tres tipos con un talento muy grande que me espoleaban para lograr algo decente. Latidos cósmicos llegó a ser un gran relato global, dado que los personajes o situaciones comenzaron a relacionarse y entretejerse.
BorrarBurda es un verdadero genio, sin dudas.
Besos!
la ilustración la escudriñe toda y gustó mucho, me fascino en verdad.. incluso ese detalle del nombre de Fangio... que claro, tiene que ver con el final de tu fantástico relato....
ResponderBorrarabrazo y mañana, solo por mañana, no te deseo lo mejor je...
Es un laburo genial ese dibujo.
BorrarAbrazo de gran partido con muchos goles!