Asado con brindis villero

Lamento que se haya puesto a leer quien esperaba algún intento de manifestación literaria en esta entrada. Pero es que hay quien espera ciertos comentarios relativos a una despedida de año realizada en mis modestos aposentos.
El solo hecho de abrir la puerta para dejar pasar al Neto (Netomancia, Villeraturas), Osvaldo (Villeraturas), Paul the Walrus, Yusti (ambos ocasionales comentaristas y críticos blogueros) y más tarde Álvarez (El Desgraciosaurio) servirá de justificación a tamaña insolencia.
Veamos

Neto, preparando la ensalada. El cuchillo en su diestra es presagio de algún crimen que pronto aparecerá sin dudas en su blog.

Cabe destacar que la ausencia de quien suscribe en los testimonios fotográficos se debe a la tan apostólica como gauchesca labor de hacer el asado.

Mientras tanto, vemos a Yusti, Osval y Paul avocados a la dura tarea de sacudirle a algún abocado.
A todo esto, Álvarez, fiel a su costumbre de llegar para el entrechoque de vidrios, se hacía rogar...

Para que las malas lenguas no hablen de más, el siguiente testimonio fotográfico da cuenta de que, como buen hermano, Pablo se propuso colaborar con los huevos... a dos manos.


Lo bueno de tener amigos es que uno puede dedicarse tranquilamente a hacer el asado, levantar la mesa, etc. sin que ellos lo molesten. Obsérvese cómo nadie me molesta mientras trajino; muy por el contrario, se pusieron a cantar en paz y beber para que yo tranquilamente continuara con los quehaceres...

Finalmente, logré pasar la cámara a una de mis bellitas y sumarme a la caterva de beodos cantarines.

En un momento, entre otros caudalosos bebestibles, brindamos con nafta súper -o tal vez un brebaje de esos modernosos que suele libar Pablo-, ocasión en la que nadie se animó a hacer fondo blanco.

Todo muy lindo, pero -si hablamos se Villa Constitución- la cosa no queda en simples asado con guitarra y brindis...
Siempre hay lugar para el misterio.
Como hemos dicho en su momento, siniestros hechizos callejeros y espíritus como el conocido Correcordones acechan en cada esquina. Sabemos que todo conductor -e incluso acompañante- se verá presa de sutiles engaños a la hora de conducirse por sus calles. Como muestra basta el siguiente botón.
Agria discusión entre los hermanos Neto y Pablo acerca de un cartel que:
- según Neto prohibía estacionar en mano derecha;
- según Pablo (que no opinaba acerca del contenido del cartel; es más, ni siquiera lo había leído) todo el mundo estacionaba en mano derecha en esa cuadra, así que no debía estar mal...

Cuando ya se iban a las manos (cada uno manoteaba el vaso del otro para alzarse con su contenido), decidimos corroborar lo sucedido.
He aquí el testimonio objetivo, del cual se deduce que ambos hermanos resultaron hechizados por los espíritus callejeros de Villa. Aquí habremos de desestimar las versiones que indican varios brindis previos de los supradichos.
Solucionado el entuerto, cada uno regresó -como pudo- a sus aposentos.