ETERNO RETORNO

Estas historias son como lanitas sueltas que la nona va ovillando en un bollito y una vez que adquiere volumen, las va desovillando para hacer algo con todas como si fueran una sola cosa. Así son estas narraciones, dichos, frases sueltas, conjeturas patinadas por una memoria tenue que -a veces- toman forma en la mano de quien las intenta reunir.

jueves, 8 de enero de 2015

Vi la luz

¡Lo único que me faltaba... que se corte la luz..!
Pensar que hasta hace muy poco pensaba que era un tipo de suerte. Una novia tan bonita que el sol enrojece a su lado. Una posición consolidada, con el tipo de cambio favoreciendo las exportaciones y la empresa que represento vendiendo a granel. Una casa en barrio privado, con vigilancia, servicios de alto nivel, vecinos encumbrados.

Y de un día para el otro -aunque casi digo de un rato para el otro- caigo en la cuenta de mi fragilidad y la de mi mundo. Y de la peor manera. Laura se fue, Laura no está... suena como humor negro, pero saja como afilado acero. Y así como cuando me golpeo el meñique contra un mueble artero haciéndome ver las estrellas me da por reír, también la partida de Laura me da por cantar aquel berretísimo tema. Y lo canto y me río en carne viva. Por qué me dejó Laura, vaya uno a saberlo. Pero la certeza de que está en otros brazos, retozando en las mieles de otro amor me paraliza, golpea bajo, azota mis sienes.

Y el llamado fatal del gerente de la naviera y detrás de él mi agente de transacciones y enseguida mi contacto en la Aduana, todos explicándome desde su lugar las nuevas y sorpresivas dificultades debido a irregularidades contables e impositivas que impiden todo nuevo trato comercial y, claro está, a partir de esto despidiéndose de mi vista. Así, suavecito pero inexorable, como aquel que encuentra a mandinga en una esquina, lo saluda amablemente, da vuelta la vista y despacito, despacito, acelera el paso alejándose, así se fueron. Todos.

Pero encima... ¡encima se me corta la luz! Casi puedo tolerar la partida de Laura y de mis suculentos ingresos, pero que la eletricidad me abandone es el colmo. Ya van horas. Y es de noche. Y hace calor. Los alimentos conservados hasta hace horas, desperdiciados. El celular, agonizando. Internet, bien, gracias... se cayó también el servicio. El teléfono no me falla, aunque la empresa de energía me asegura que fue una avería muy grave en la central termoeléctrica y los pronósticos no son halagüeños.

¿Dormir? Ni soñarlo, lo intenté, pero me pegué a las sábanas como pollo al film para el horno. Y el horno es todo el ambiente. Y si esto llega a durar días enloqueceré, qué duda cabe.
¡Uy, la alarma! Sin electricidad no funcionará el sistema de alarmas una vez agotada la batería. ¿Dónde dejé el revólver? Ah, sí, aquí. Me siento más seguro...
Y... ¿qué pasa si escucho un ruido?, ¿si alguien viene a robar?, ¿si un fantasma, o la abuela Eugenia me habla? Ni pensarlo.
Hace calor. Creo que la falta de electricidad despertó algunos sentidos básicos en mí. Reconozco como el lugar más fresco el descanso de la escalera, como lo haría un gato, aun entre los truenos que se escuchan allí afuera. Aquí me quedaré, hasta que vuelva la luz, o me dé hambre o sueño, pero no pienso salir hasta el día. Acurrucado, así.

Creo que me está afectando el calor o la falta de luz o no sé qué. Pero la puerta se abre. Algo resplandece en ella, una silueta evanescente que no parece posar los pies sobre el umbral. La luz horizontal la atraviesa destellando hasta el alto de la escalera donde permanezco acurrucado, trantando de despertar. En el resplandor el vestido cambia de forma, ahora remeda alas de ángel, ahora cola de un dragón; flamea y colma de gloria el hermoso contorno femenino que se avizora en su centro, grácil y terrible como un ejército listo para el combate. Su cabello sobrevuela acompasado al vestido y refulge con la propia luz y la de algún relámpago que acompaña. Una vez repuesto del estupor inicial, tiemblo y apenas puedo alzar el caño del revólver.
Algo gritó el bello monstruo con el refuerzo de un rayo cercano. Casi al unísono disparo. Uno, dos, quién sabe cuántos. Y clavo la cabeza entre mis piernas apretadas por los brazos sin hacer nada más que oír la lluvia que se lleva todos los ruidos y luces.

Amanece, aunque estoy seguro de que estoy soñando cuando tres tipos de azul me arrastran sin piedad escalera abajo, voy mojándome con el agua de lluvia que entró por la puerta, mis rodillas se llenan de sangre que no siento propia. Laura yace con rojos volcanes en la blanca seda de su vestido, metros atrás su auto aún con las luces encendidas hacia la puerta. Quiero despertar, esto duele demasiado y encima...¡encima sigo sin luz!

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Este relato lo escribí para la convocatoria juevera en el blog de Juliano el apóstata. Allí encontrarán otros y mejores relatos con la consigna Sin luz estamos.

31 comentarios:

  1. Es una historia de ascenso caída. Evidentemente el personaje tenía una cordura no muy resistente, que la partida de Laura y el corte de luz hicieron caer. El miedo puede ser peligroso, para una persona así y para los que estén cerca. Y sigue lamentando la falta de luz más que la tragedia de Laura.

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    1. Hay acontecimentos que despiertan terrores profundos si la cordura, como bien decís, no es muy resistente.
      Abrazo

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  2. Vaya, es un extraordinario relato Oso, lo que puede provocar un apagón, el miedo se apodera y vemos cosas que no son, me hiciste recordar alguna vez hace ya muchos años.
    Un beso

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    1. Espero en ese acontecimiento no te haya pasado algo similar al protagonista!
      Gracias, por pasar.
      Besos

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  3. Alguien dijo que el miedo siempre está dispuesto a ver las cosas peor que son.
    Es lo que le pasó a tu protagonista.
    Un abrazo.

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  4. Una angustia tu relato. pero está muy bien escenificado. Me ha encantado. Un saludo muy cordial y afectuoso.

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  5. jaja buenísimo!...lograste ir armando el rompecabezas de la situación emocional del tipo, sobrepasado por las consecuencias de un estilo de vida que quizás le quedaba grande... y encima va y se le corta la luz! jeje
    Lo he disfrutado mucho
    =)

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    1. Bueno, me alegro. Era la idea reflejar la fragilidad del sujeto ese. Besos

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  6. Un final francamente trágico. No se puede tener mas mala suerte. Y todo porque se fue laluz.
    Relatuo muy original.
    Un abrazo

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    1. Gracias, Carmen. No le podía ir peor al fulano. Besos

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  7. Cuando el miedo nos paraliza, somos capaces de cualquier barbaridad, seguro que la visita de la abuela Eugenia aún vestida de fantasma, le hubiera ayudado a ver algo más de realidad.
    Me gusta tu relato, si me permites...Volveré.
    Abrazos

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    1. Lucía, cuando quieras, está abierto. Gracias por tus palabras. Beso

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  8. Relatas minuciosamente, con todo lujo de detalles, el proceso de pasar de una situación acomodada, solvente, sin problemas, a un deterioro progresivo donde parece que todas las puertas se cierran y encima.... se va la luz. Magnífico relato.
    Un fuerte abrazo.

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    1. Gracias, Pepe. Quería reflejar ese tipo de situaciones. Un abrazo

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  9. cuando algo lo tenes que leer hasta el final entonces significa que es bueno no? la falta de luz te paraliza... eso es lo que se siente.... salu2 master...

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    1. Hay quienes leen el final y si les gusta después leen el relato entero. Parece que vos no sos de esos.
      Abrazo

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    2. pero así se pierde la gracia!!! lo único que podría empezar por el final es el diario por los chistes je... aunque te digo que hace años que no compro uno... salu2 de nuevo...

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  10. Bienvenido a los jueves Oso, gracias a esto llego hasta aqui, La verdad es que me ha gustado la forma de contar, como vas encaminando la situación que genera este caos alrededor del protagonista, hasta resolverla, dramáticamente en este caso, pero muy bien resuelta.
    Un abrazo.

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    1. Gracias, San, creo que participo una o dos veces por año, pero con ganas... Ja!
      Besos

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  11. El meter la canción de "laura no está...". me parece una genialidad.
    Te felicito

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    1. Bueno, gracias, Tracy, me pareció que le daba un toque de realismo al personaje.
      Besos

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  12. Ese juego de situaciones contrarias que elaboras minuciosamente junto a encajar la canción en el texto no es cosa fácil, por ello te felicito.
    Besos de gofio.

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  13. Relato impecable. Una sucesión de fotografías (en blanco y negro) que cuentan más allá del papel (de la pantalla en este caso) Un final que no por predecible resulta menos espectacular.
    Abrazos

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  14. Buenísimo, muy buen relato que mantiene el suspenso hasta el final.
    Tenés varias canciones que pueden andar como banda sonora del texto. Propongo "Lo que me costó el amor de Laura" opereta de Dolina. Otras opciones: la famosa canción "Laura no está" o"Laura va" de almendra. Aunque también se podría buscar por el lado de la falta de luz.
    Uff, creo que me desvié del tema central. Perdón

    Abrazo!

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    1. Es cierto, tengo (por supuesto) la opereta -brillante- y podría ser Laura va, pero por la temática creo que la que más pegaba es Laura no está. aunque no sé a quién iba a comer a besos el zapallo del protagonista.
      Abrazo

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  15. Estimadísimo Oso no lo tenía haciendo este tipo de relatos, me ha sorprendido gratamente -aunque ya debería estar acostumbrada- es un gran placer leerlo y en este caso particularmente porque es uno de los géneros literarios que más me gustan.

    Abrazobeso y me encanta visitarlo siempre.

    REM

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    1. Y bue... si no queda otra tendremos que escribir más seguido dislates de esta naturaleza...
      Besos!

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