Cosas vederes, mi niña

Ves grises. Solo grises.
Si parece destino fatal el desencuentro.
No ves la gloria que otrora te contaron
ni la simiente digna de volver a ser lo que no fuimos.
Y sin embargo, mi niña, cuánta argentina posible.

Ves, a veces, el desgano
de aquellos que tendríamos que darte
la ilusión de la promesa y la ventura.
Arrebatos de frustración insomne del que insiste.
Aun así, mi cielo, se tiende el camino por delante.

Y las promesas que no llegan,
y tus manos que crecen buscando amparo
y las mías que atardecen temblores,
siguen preguntando al destino incierto
labrando preñeces, mi niña, que el sol persiste.

Y verás que no todo está escrito
ni existe tal veredicto que no sea el del final
que nos habrá enrasado dando vida a lo oculto,
todo consiste, mi niña, -como dijo el sabio-
en qué hacer con el tiempo que tienes entre manos.