ETERNO RETORNO

Estas historias son como lanitas sueltas que la nona va ovillando en un bollito y una vez que adquiere volumen, las va desovillando para hacer algo con todas como si fueran una sola cosa. Así son estas narraciones, dichos, frases sueltas, conjeturas patinadas por una memoria tenue que -a veces- toman forma en la mano de quien las intenta reunir.

viernes, 17 de agosto de 2012

Canuto y Juvenal

Cierto es que las canchas florecían en cualquier baldío -esto ya lo dijimos- porque la ciudad era incipiente, porque los dolores y los placeres eran otros. Las tardes se antojaban infinitas bajo el manto de denso humo que bajaba de la chimenea de la aceitera. Las cascaritas en cenizas de girasol remedaban grises nevadas de progreso. Pero no nos importaba.
El rito del fútbol, el de las escondidas, el del hoyo pelota... se celebraba en la diáfana conciencia de que jugar era sagrado. Y más sagrado el mandato familiar de volver para la cena.

Canuto venía solo los viernes. Tenía nuestra edad, pero trabajaba. Por eso parecía más grande y más serio. Y tal vez más triste. Raro, pero no era el Canuto, era Canuto, a secas. Siempre con una camisa ombú que era de otro difunto, seguramente, con alguna mancha de grasa. En el bolsito llevaba un par de alpargatas que usaba para los partidos y seguramente las cargaba solo los viernes, cuando aparecía a patear por las Dos Rutas. O, quién sabe, tal vez Canuto fuera cada día a patear a canchas distintas, porque de eso no hablaba. Otros -y juro que lo hacían- que trabajaban venían a jugar con los botines de punta de acero, para que nadie se les cruce, seguramente. Canuto, por su parte, se cambiaba los tamangos por unas raídas alpargatas bigotudas.

Los partidos, como se sabe, pueden tener diferentes personalidades. A quienes leíamos entonces las columnas de Juvenal -y otros- en El Gráfico nos llamaba muchísimo la atención esta palabra en negrita que encabezaba el comentario del periodista. Era toda una sentencia, una revelación completa que alcanzaba para definir por comprensión un partido que no salía en la tele. "Discreto. El equipo local no logró hacer valer esa condición..." "Intenso. Desde el primer minuto Chacarita apostó al contragolpe ante un Ferro Carril Oeste dispuesto a..." De alguna misteriosa manera esos calificativos podían redondear en una sola palabra todo un evento futbolístico, que como puede intuirse guarda un inabarcable cúmulo de muestras de condiciones humanas. La destreza, la cobardía, la generosidad, el heroísmo, el empeño, la conciencia comunitaria, el honor, todos presentes en noventa minutos persiguiendo el santo grial blanquinegro.

Canuto, que siempre terminaba con la cabeza estallada en rulos inexistentes antes del partido, cerraba la tardecita del viernes con una sentencia a lo Juvenal. Aplastante, si habíamos goleado. Aburrido, si el cero a cero hacia eterna la tarde. Deplorable, si perdíamos por goleada. Y así. Con Canuto aprendimos muchos términos, algunos -y por lo general- ni siquiera salían en El Gráfico, aunque a veces echaba mano a los clásicos de Juvenal. Utilizaba palabras difíciles como aberramte, pésimo, inobjetable, elogioso... Con el tiempo nos convencimos de que Canuto era un culto, porque alguien lo dijo. No teníamos la menor idea de qué o quién era un culto, pero ciertamente Canuto lo era. Como Juvenal.
Y admirábamos a un culto. Cosa extraña, me digo. Pero así era.
Así era aunque no teníamos la menor idea de dónde Canuto aprendía esas cosas, que seguramente no era en el taller. No tenía pinta de lector, más bien de pibe atorrante al que mandan a laburar.
No había duda, de alguna misteriosa manera Canuto era un culto. Como Juvenal.
Y eso, por supuesto, nos enorgullecía.

10 comentarios:

  1. Que lindo fue recordar esa doble página del Gráfico! Y en la Sólo Fútbol era que salía el resultado moral, cierto?
    Canuto tenía la impronta de lo sencillo en realidad. Con una sola palabra podía definir lo que otros, no llegarían a decir con mil.
    Abrazo!

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    1. Creo que lo del resultado moral salía en la Solo Fútbol, ya en los ochentas.
      Pensar que era casi, casi, haber visto tida a fecha en una página.
      Abrazo

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  2. Fantástico relato, Oso. Canuto tenía la capacidad de síntesis precisa que algunos envidiamos. Reitero que adoro estas estampas Villenses que nos acercan tu ciudad y su historia entrañable. Cierro los ojos y me imagino las Dos Rutas (gracias Google Maps) y toda la barra jugando fútbol...y contemplando nuevos héroes para el recuerdo.
    Abrazos!
    Me apunto los tamangos (palabra que desconocía) ¡gracias!

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    1. ¡Vos sabés que sospeché que ibas a apuntar tamangos!
      Voy a tener que poner en Google Maps la identificación del "estadio"...
      Gracias, Doña Tinta y besos!

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  3. Hermoso.
    Y como me identifico con esa tristeza del Canuto adolescente que tiene que trabajar en un mundo donde no está.
    Te felicito Oso, es un relato muy inspirador tambien desde mi lado fotográfico, porque tiene muchas imágenes.

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    1. Gracias, Karina, mujer de imágenes.
      Me sonó el comentario de la tristeza del trabajo adolescente. Es indudablemente cierto.Besos

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  4. El "progreso" hizo que todo cambiara, incluso lo baldíos ya casi no existen, los chicos no juegan más en la "canchita", habremos perdido tbn a los "Canuto" que llevaban tatuada en su piel y huesos la cultura de la calle? Porque era eso y no otra cosa, verdad estimado Oso?
    Precioso relato que deja un gusto a nostalgia de principio a fin, me gustó.

    Besos y buen finde amigo mío.
    REM

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  5. ¡Gracias, Rem!
    Algunas cosas nos faltan, otras nos sobran. Como algunas nostalgias.
    Besos

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  6. La destreza, la cobardía, la generosidad, el heroísmo, el empeño, la conciencia comunitaria, el honor, todos presentes en noventa minutos persiguiendo el santo grial blanquinegro.¨//


    Es precioso ese párrafo.


    Mientras la nostalgia exista, no habrá paso del tiempo que pueda destruir la melancólica y sagrada actitud de rendir culto a algunos cultos...


    Un beso.



    SIL

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    1. Con variantes, algunos acontecimientos primordiales se actualizan en los mismos o en otros actores. Pero los ritos son necesarios, dijo uno alguna vez.
      Besos

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