ETERNO RETORNO

Estas historias son como lanitas sueltas que la nona va ovillando en un bollito y una vez que adquiere volumen, las va desovillando para hacer algo con todas como si fueran una sola cosa. Así son estas narraciones, dichos, frases sueltas, conjeturas patinadas por una memoria tenue que -a veces- toman forma en la mano de quien las intenta reunir.

jueves, 17 de diciembre de 2009

La del Mono


Para todos era el Mono. Para mí un tipo fantástico que se rebelaba ante la gravedad, que podía trepar al pino más alto. Que podía caerse desde allá arriba del árbol bellaco, incluso de espaldas, darse un flor de golpe, revolcarse un poco y pararse tajeado por todos lados para sacudir el polvo entre sus propias carcajadas insolentes.
Treparse era lo suyo. No había pared, ni tapial, ni columna que se le opusiera. El Mono. Largos brazos y unos rasgos que colaboraban precisamente para la exactitud del mote.
Bastaba un leve descuido para que dejara la altura común y nos mirara desde arriba.
Jugar a las escondidas con él era simple y complejo a la vez. Se sabía que estaría allá arriba. Pero los arribas eran muchos en la cuadra y el Mono aportaba ese cachito de sinrazón, de locura infantil, al más sagrado de los juegos, que transformaba en doble delicia las largas tardecitas a la vera del Chapuy.
Algunos pibes en el barrio tenían rifle. Los mejores posicionados un Mahely Master de calibre cinco y medio. Le seguían los de cuatro y medio. Mi hermano y yo no teníamos rifle. En parte porque no entraba en el presupuesto familiar, en parte porque mis viejos lo consideraban peligroso. Lo nuestro era la gomera, lo cual era un alivio para mí porque permitía evitar el simple expediente de matar un pajarito para ascender en consideración del grupo de chicos y la eterna culpa de haberlo hecho. Así y todo, lograba el préstamo de algún rifle de cuatro y medio eventualmente, tal vez por mi cara de ñata contra el vidrio al ver tirar a los demás. El Mono tenía un rifle marca Churrinche rasquísimo, que para mí tenía el caño curvo. Uno tenía que hacer un pequeño cálculo mental para acertar al blanco. Si apuntabas a un gorrión, por ejemplo, posado en una antena de televisión en alguna terraza del barrio -con el límpido paño celeste de fondo- podías ver fugazmente la extrañamente curva trayectoria del balín hacia la luna, lo que indicaba además que salía a una velocidad casi inofensiva.
Cuando el Mono salía con el Churrinche era una fiesta. Le tiraba a todo lo que se movía acertando hasta los razonable diez metros que permitía el artefacto. Pero jamás le acertaba a un pajarito. Y yo lo admiraba por esa puntería que fallaba ante tibios plumones. Además, lo prestaba siempre.
Era capaz de subirse a un oscilante pino de cualquier altura para mandarle balín a los macilentos jirones de barriletes enredados en los cables. Era capaz de hacernos reír desde que aparecía por el barrio a visitar a los tíos de la esquina, hasta que regresaba a su casa a la nochecita. Si sumamos a esto que el Mono era bueno y veraz, no quedaba margen para negar que su presencia en el barrio era, como dije, una fiesta.
Pero algo ensombrecía el aprecio por el Mono. Le falta un tornillo, decían los viejos de la cuadra. No hace cosas normales. ¿No ves la cara de loquito? Cómo le va a ir bien en la escuela si anda todo el tiempo subido a algo o con el rifle...
El Mono repetía de grado y no por primera vez. Mientras su hermano mayor era ya un correcto empleado, el Mono iba terminando a desgano la primaria, donde no podía treparse y mirar desde arriba. Donde la premisa era enrasar a todos para que miren desde abajo.
En la adolescencia apenas si le permitían salir. Su sonrisa y sus carcajadas permanentes eran más un recuerdo que un reflejo de su rostro. Ya no se trepaba. Había aprendido a mirar desde abajo. Era menos que todos.
Yo creo que entonces ya sabía que no iba a conseguir nunca un buen empleo ni iba a poder estudiar como casi todos los demás. Creo también que en el fondo de sus negros ojos guardaba la visión de cóndor que se le había negado. De cóndor que fue educado para vivir como un pavo, según el cuento.
Formó familia, se hizo testigo de jehová, después pentecostal -o al revés- sintiéndose alguien en una comunidad que le asignaba una tarea clara. Hacía changas, vestía siempre humildemente, pero se negaba a colaborar con su hermano que era otro tipo de trepador, de esos que estos tiempos llaman emprendedores cultivadores del esfuerzo ajeno.
En una época pasaba por casa, y por muchas otras, ofreciendo un pan de chicharrón que casi no ameritaba ser llamado pan ni ser de chicharrón. Y yo, que siempre envidié sus vuelos, su amor a las alturas, su inofensivo rifle, su recuerdo de caídas con carcajadas, le compraba sin animarme a confesar jamás mi secreta admiración.
Cuando dos por tres lo veo, juro que no puedo dejar de pensar en esta clase de gente como el Mono, Jovino, el Turco o Guasca que, ajenos al ritmo soberbio de la vanagloria, del vacío discurso que muchas veces puebla nuestras aulas, ajenos a objetivos cumplidos, autoayuda, coaching, ajenos a títulos honoríficos o distinciones, incapaces de discurrir en público, despreocupados por la inseguridad, el tipo de cambio, la ecología, la literatura de vanguardia, cruzamos en nuestras veredas tenidos a menos por quienes no nos sentimos ajenos.
Quizás sea porque no nos animamos a la inocente trepada del Mono por miedo a caernos o por miedo a -de una buena vez por todas- ver las cosas de otra manera...


[Publicado también en Villeraturas, 18/12/09]

15 comentarios:

  1. /// en el fondo de sus negros ojos guardaba la visión de cóndor que se le había negado. De cóndor que fue educado para vivir como un pavo, según el cuento..///


    El relato es maravilloso.
    La reflexión del final es maravillosa.
    La lección que dejás en cada frase es maravillosa.
    El título ES MARAVILLOSO... ;D

    Y yo, soy reiterativa.

    Besos.

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  2. ¡Qué texto maravilloso! Por un lado me trae mucha nostalgias...esas imágenes villenses de la infancia. Y por otro lado, esa frase, la visión de cóndor que le habían negado. Yo veo todos los días a profesores negarles la visión de cóndor a los chicos. Los subestiman, los convencen, a la larga, de que son pavos. ¿Quiénes son los verdaderos pavos? Los que nunca se atrevieron a volar y por eso no quieren que nadie lo haga. Un abrazo grande, Oso querido

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  3. wow, me mataste con lo del Mahely!
    Te cuento que la fábrica de Mahely era de mis dos tíos, el nombre se lo pusieron porque significa "pájaro"en guaraní, y mi viejo trabajó vendiéndolos toda su vida

    yo me crié entre repuestos y rifles Master, Senior y Junior, y las carabinas 11/11 y Standard 700

    cuántos recuerdos me trajiste!
    viste lo extraño, lo inesperado que puede causar un relato en un lector, que el que lo escribió jamás podría anticipar?

    la historia genial, me encanta cuando haces estos relatos de viejos conocidos y situaciones del barrio

    abrazo, oso! ponete las pilas y terminá de leer mi historia!

    pd: si aún te quedaste con las ganas de un cinco y medio te puedo conseguir uno...

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  4. ¡Por favor Oso, vaya relato! Y luego me escribes en mi blog que te quejas de falta de imaginación...Aún recuerdo tu historia del Guasca. El mono no se queda atrás. Lo que tu haces es conseguir que gente con la que te has cruzado, nazca en nuestra mente y nuestro corazón y los sintamos nuestros. La imagen de la gente que va para una cosa y luego al final se queda en la mitad de la mitad, porque les "han cortado las alas" y no les han sabido motivar lo suficiente...me hace ser mas consciente de nuestra responsabilidad al educar, sean alumnos o hijos...
    Fantástica la forma de contarlo.
    ¡¡¡Besos desde Zaragoza!!!
    Si te gustan los belenes o los árboles de navidad, en mi página he compartido los de mi casa con todos mis amigos blogueros.
    Paloma.

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  5. Don Oso, cuando sus letras remontan a Villa como si fuera un barrilete y se dejan apreciar de esta forma en el aire, es para sacarse el sombrero. Pero lo que sombrero no llevo, le digo a secas: "Fantástico".
    Emotivo hasta las lágrimas, claro que si, el pasado, la nostalgia, siempre nos arranca alguna, aunque sea a escondidas o en el silencio de la lectura.
    Esta nueva historia dentro de ese libro que mentalmente voy armando con sus textos de villenses y de la ciudad, con ese olor a ayer tan único e irrepetible, es brillante, porque no solo es una evocación, es una crítica notable a los prejuicios, a los destinos que no dejamos ser.
    Me encantó. El día que compile todo y se decida a intentar publicarlo con formato de libro, avíseme que lo acompaño a patearle la puerta a la Muni así lo apoyan y se hace realidad, porque historias de Villa como las que se cuentan en este blog, no hay.
    Una abrazo! Y a ver si nos vemos antes de las fiestas!

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  6. Es así como dice Neto, historias de barrio, emotivas, que hablan de la verdadera historia de un pueblo, la de los ciudadanos comunes. Durante todo el relato uno se va identificando constantemente con situaciones o personajes, es por ello que llaman a la nostalgia. Avísenme cuando vayan a patear las puertas que me sumo. (ya que está podemos hacer algún quilombo más, romper canastitos de la basura, tocar timbre y salir corriendo...)
    Un abrazo querido Oso.

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  7. SIL: No por reiterativa deja de ser bienvenida y carecen sus palabras de importancia para quien lee. Es bueno maravillarse, muy bueno.
    Besos

    VIVI: Pinturitas villenses, de las cosas que me han pasado y seres que me ha tocado conocer. Esos que todos atesoramos de alguna manera.
    Tenemos una sociedad que dilapida talento infantil a mares cuando la escuela está más preocupada en uniformar que en potenciar.
    Besos

    GALÁN:¡ Me mataste vos con lo del Mahely! No conocía ni el significado ni nada relativo a estos rifles, más que a fama indiscutida entre los pibitos de aquellos años. En lenguaje barrial, el que tenía un Mahely la tenía más larga. Los demás eran puro cuento.
    Mirá vos qué fantástico, como vos decís, imposible de anticipar.
    ¿De cinco y medio? No sé si entra en el presupuesto familiar y además... ¿no será peligroso?
    Abrazo comprimido

    PALOMA: Es que hace rato que estoy buscando escribir algunos poemas, pero me esquivan (sabiamente)...
    Gracias por la felicitación, es más que todo manifestación de mi propia desconfianza poner eso.
    Ya paso a ver el pesebre.
    Besos

    NETO: A mí también me están empezando a gustar estos relatos, que miraba con un poco de recelo al principio. No porque sean gran cosa sino porque me revuelven un poco y porque suena como a inofensiva redención de personajes que me marcaron.
    Bueno, vamos compilando, tal vez si lo sumamos a Álvarez y piqueteamos nos den bola, aunque sea de lástima...
    Abrazo y vamos coordinando

    ÁLVAREZ: Por qué no empezamos a romper canastitos, tocar tiembre y esas cosas. Después si nos queda tiempo reclamamos por el librete...
    Abrazo, capo!

    Gracias, gente linda, como ven ya casi que puedo andar pasando con más tiempo. Y nutrirme de las delicias de sus propios blogs.
    Abrazos

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  8. Doña tinta se une, aunque sea "virtualmente", a la ronda para reclamar un espacio para las historias Villenses del Oso.
    Diganme donde hay que escribir para adherirse a su campaña...esas historias tiene que ser mas conocidas y valoradas, XD.
    No se si se dan cuenta, pero están consiguiendo que deje el "tu" y me pase al "vos", ja,ja,ja.
    Besos.

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  9. Oso, me pareció fantástico.
    ¡Me encanta! Como muchos anteriores, no me canso de decirlo (y espero que no te canses de escucharlo).
    Y tiene un final para quedarse pensando...
    Muy muy lindo.
    Te dejo un abrazo,
    Nina

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  10. Q buen relato, me gustó. Eso tienen esas historias de barrio, que nos hace volver un poquito, y recordar... para algunos no tan buenos, para otros lindos momentos de la vida.

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  11. Excelente relato,Oso. Abre la cabeza a varias reflexiones, que-seguramente- cada uno hará íntimamente.
    Pero me alejo un segundo de esas elucubraciones, necesarias.
    Me quedo un poco en la anécdota menor que usted al contar la hace mayor.Por ahí cuanod cuenta como era(o es) el Mono, sus habilidades, su destreza con un rifle cachuzo...Y ahí también escribe en profundidad,amigo.
    Es decir: es profundo por lo que invita(a pensar), y es profundo (como sin quererlo, pero seguramente meditado) por la descripción de situaciones que se nos vuelven casi familiares.El rifle de aire comprimido...trepar a los árboles cuando se es chico...
    Parecieran pinceladas de nuestra propia niñez.Así, el Mono se nos vuelve un poco más cercano y querible.
    Gracias por la evocación!
    F.

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  12. Coincidiendo con Sil.. realmente MARAVILLOSO!!!

    "...Quizás sea porque no nos animamos a la inocente trepada del Mono por miedo a caernos o por miedo a -de una buena vez por todas- ver las cosas de otra manera..."

    Si podríamos lograr ver las cosas de otra manera, podríamos solucionar muchas cosas...

    Siempre igual de geniioo Osoo!! Tkm!!!!!! Besotes..
    PD:: ya extraño el saludito de todas las mañanas!!!

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  13. Oiaaaa... yo siempre veo las cosas de otra manera.Seré mono?mona? buehhhh, en concreto, me encantó querido oso,me encanta leerlo y más cuándo se lo lee tan inspirado.Besos.SOLE

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  14. Si, probablemente lo sea

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