ETERNO RETORNO

Estas historias son como lanitas sueltas que la nona va ovillando en un bollito y una vez que adquiere volumen, las va desovillando para hacer algo con todas como si fueran una sola cosa. Así son estas narraciones, dichos, frases sueltas, conjeturas patinadas por una memoria tenue que -a veces- toman forma en la mano de quien las intenta reunir.

viernes, 26 de noviembre de 2021

Lugar

Consigna del Mundial de Escritura:
escribir sobre una persona que estuviera
en el lugar
 de esta imagen sin hacer suposiciones sobre sus
estados de ánimo, solo describir.
.


La mujer, cuyas piernas cargadas de años avanzaban a pasos desiguales, se acercó al televisor. El dorso de su mano derecha barrió el polvo, pero no alcanzó a apartar los pegoteos grasos y oscuros. Algún vidrio faltante en la ventana fue entrada y promesa de refugio para algunas aves silvestres que dejaron sus huellas en toda la estancia.
El verde había avanzado con los meses y los años, resucitando a la vida el montaraz terreno hasta unas décadas atrás ayuno de paredes y electricidad.
Bajo la permanente bruma de años sus pupilas destellaban según las herían los reflejos solares en los pocos vidrios que permanecían aún con la sal reseca de vendavales ocasionales.
Levantó la vista y escrutó el espacio deteniéndose por momentos. Algún sonido indefinido brotaba de los pálidos labios que conocieron el buen vino y los besos, apenas se abrían soltando un racimo de aire.
Un pequeño tropiezo la llevó a centrar la vista en una zona iluminada por la claridad de la ventana entrecerrando los párpados. Allí, alguna semilla de árbol había soltado sutiles raíces por entre las grietas del embaldosado que ya permanecía sepultado por la grama.
Se detuvo cuando su palma palpó el respaldo de un ajado sillón, descolorido pero en su lugar a pesar del abandono.
Los sonidos provenían de afuera, dentro solo sus pasos resultaban audibles. Un permanente arrullo de palomas venía desde algún lugar de la orilla del monte, a la vera del poblado, donde el cementerio acertaba a señalar el señorío de lo umbrío.
Un suspiro acompañó el movimiento de sentarse en uno de los sillones, el más desocupado e iluminado. Sus manos, temblando, se elevaron hacia el rostro mientras su mentón bajaba arqueando la columna hasta apoyarlo en las palmas y los codos en las piernas. Los dedos recorrieron los costados de la cara modificando la disposición de los pliegues de la añosa piel hacia arriba hasta que sus dedos se encontraron sobre la frente.
Tras unos segundos inmóvil comenzó a sollozar con aspiraciones nasales cuya frecuencia se iba atenuando. Las manos, ora crispadas, ora acariciantes, no se detenían. De repente, se irguió, secó sus manos en la falda de pollera, levantó la mirada hasta ponerla horizontal y se encaminó a la arcada de la inexistente puerta deteniéndose solamente a enderezar un cuadro lindero al marco de la ventana.
Salió. En el ambiente de lo que fue un cuarto de huéspedes flotaba una miríada de partículas luminosas que refulgían en el aire agitado por el movimiento de la mujer hacia la salida.
Las palomas sonaban más cerca, algunas lechuzas revolotearon bajo destellando en el ya casi horizontal baño de sol que se colaba en el monte. Otros chapoteos y otros cantares se fueron sumando para apagarse con el último sol. La luna ofrendaba la palidez de siempre. Ya no habría vientos, solo brisas. No habría retornos, ni lugar para llanto o alegría. El monte no guarda muchos recuerdos, y los que guarda los esconde. Una bandada de biguás hacía su último vuelo nocturno allá en el borde del monte, volviendo a la laguna. Solo comprenden la muerte los que amasaron la vida.



12 comentarios:

  1. La imagen y el texto son inquietantes. Has usado una prosa poética preciosa.

    Un abrazo

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    1. A mí me sucediò lo mismo con la imagen.
      Traté de ponerle ese clima, pero bue...
      Besos

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  2. Cuánta angustia y desolación genera esa imagen! el hecho de la irrupción de vida natural en la habitación abandonada no le genera menos drama y arma el marco preciso para ese personaje que nos presentas despertando empatía. La frase final es muy contundente. Un abrazo

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    1. Gracias, la cosa se pone melancólica con solo ver la imagen.
      Besos

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  3. P.d
    estoy armando la tarjeta navideña para este año. Hasta el 30 recibo las fotos. Estás invitado, desde ya.

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  4. Te las arreglaste muy bien para no escribir sobre el estado de ánimo con esa imagen, y te centraste en describir las sensaciones.
    Tal vez te pueden sancionar por la frase final, pero era necesaria para "rematar".

    Abrazos, de oh! y ahora quién podrá ayudarnos?

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    1. Mi hice el omnisciente ahí, pero otra cosa no me salía!
      Abrazo de no hay Chapulín a la vista

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  5. La imagen es inquietante, como si la naturaleza invadiera el lugar, por venganza.
    Y supiste usarla bien.
    Saludos.

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  6. Muy buen relato un poco inquietante. Te mando un beso

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