ETERNO RETORNO

Estas historias son como lanitas sueltas que la nona va ovillando en un bollito y una vez que adquiere volumen, las va desovillando para hacer algo con todas como si fueran una sola cosa. Así son estas narraciones, dichos, frases sueltas, conjeturas patinadas por una memoria tenue que -a veces- toman forma en la mano de quien las intenta reunir.

jueves, 29 de octubre de 2015

Los casos de Leo. Caso V Escena 2 Río


Quien se disponga a leer esta entrada debe saber que la misma
 es continuación de Los casos de Leo. Caso V Escena I Río
atenerse a las atroces consecuencias de leer este intrincado 
texto sin siquiera tener idea de dónde cuernos procede...

La tarde, que prometía aburrida en un principio, se tornó en un cúmulo de intrigas difícil de desentrañar. La aparición de unas lanchas en alocada carrera, las señas de uno de los pilotos -que traducidas por Inés decían cauce, arroyo, cayó, tiro, sien, grave- la huída de este, la extraña conducta del Principal (no tan extraña para Ignacio) y la incierta búsqueda de Leo y sus ayudantes la trocaron en un intríngulis retorcido. A propósito de la búsqueda Leo, Ignacio y Kevin al internarse en los meandros del Arroyo del Medio divisan una lancha atracada en un pequeño muelle, sin duda una de las que participaban de la carrera.

- Shhh, sin chapotear esos remos, brutos...
- Si se refiere a Ignacio será extra brut, jefecito...
- Kevin, te callas o te pongo ese remo de...
- ¡Iupiiii!
- Jefe, ¿ne ermite azotarlo on un nremazo en loz ientes?
- ¡Basta ya! Si nos ven u oyen llegar nunca sabremos de qué se trata esto. Arrimémonos a la barranquita cerca del muelle. La misma barranca nos servirá de parapeto.
- ¿Para qué?
- Para guarecernos...
- ¿Peto significa guarecernos, jefecito?
- O zeaz idiota, Evin...

De pronto, los altos pastizales de sobre la barranca se abrieron ante sus ojos azorados dejando paso a un deslumbrante ejemplar de mujer desnuda que de un salto pareció suspenderse sobre sus cabezas un instante. Mientras Leo e Ignacio creían ver un delicioso ángel caer del cielo para satisfacer sus terrenales ansias, Kevin se tapaba los ojos soltando los remos. Las voces no se hicieron esperar.

- ¡Ayyy, diosito, líbrame de esta espantosa visión apocalípica!
- ¡É forma máz nivina de ze noz abra el nreino ne loz zielos!
- ¡Alamiércole, oyeron mis plegarias!

La sensual forma que volaba directo al cauce del arroyo además emitía sonidos, aunque el terceto se percató de ello segundos después de evaluar la armonía de sus formas. Y los sonidos no eran precisamente un canto de sirena sino un chillido desgarrador acentuado por el efecto doppler del veloz paso sobre la cabeza de los intrépidos agentes de la ley.

- ¡Ayyyyyygrhhhhh, ayudaaaaaarghhhh!
¡¡ Ssplassshhhhh....!!
- ¡Esta mujer necesita ayuda, jefecito!
- ¡No, zi va a eztar finmando para la manzión playboy!
- ¡Remen hacia ella! ¡Rápido!
- ¡Auuhhh, glub, grluuubbb!
- ¡Más rápido, que se ahoga!
- ¡Buenísimo, jefecito, así me tosto la espalda!
- ¡Tnuezto, animal!
- ¿Nuestro qué?
- ¡Callen y remen con más energía que se ahoga!
- ¡Ah... glurb... yu... glurb, glurb, daaaaaa!
- Zi zigue nritando ze va a tragar todo el anroyo...
- ¡Qué minita ordinaria y qué manera de gritar!
- Déjenla, mientras intente gritar se mantendrá a flote... eso espero...
...
- A ver si... ¡La tengo!
- ¡Arggglubbb, mis extensiones, animal, glub, glu, glu, glu..!
- ¡Uy, le arranqué las mechas! ¡Se hunde de nuevo!
- ¡Tírese, jefecito!
- ¡Zí, zí, tíreze azí la zalva!
- ¡Allá voyyyyy!
¡Splaaassssshhh!
- ¡Uy, cierto que no sé nadar! ¡Argllllbrbrbrbllll! ¡Kevgrlgrlgrubl, Ignacgrublbll!
- ¡Ntirate, Evin, e el jefe te nezezita!
- ¡Ni loco, tirate vos, troglodita! ¡Encima esta loca que no para de gritar!
- ¡Jefe, ahárreze e ezte nremo!
- No lo muevas, tonto, se lo hundiste en el ojo...
- Máz vale jefe ntuerto e ahohado.
- ¡Par de nabogrublgrubl...!

Luego de una denodada lucha, Leo logra asirse al remo de Ignacio con el brazo derecho, en el otro trae aferrada del cuello a la bella mujer en traje de Eva. Exhausto cae sobre el bote y se desmaya mientras Kevin tira de los brazos a la mujer que parece más o menos muerta.

- Evin, hay e moner en mráctica lo e abrendimos en el urso de nreanimazión ardio ulmonar...
- Síii, síii, yo al jefecito, vos al esperpento femenino. ¿Ves? Te inclinás así sobre el cuerpo y comenzás con mmmm, mmmm...
- Yo me nedico a la mina, drazias Evin...
- ¡Ey, humanoide, tenés que hacerle compresiones, no masajes..!
- Upz, zorry, me nejé nllevar...
- Te estoy vigilando, pitecantropus...
- Yo dambién veo e le mandazte nengua aj jefe, no de hagaz el zota...
- ¿Lengua? Puajjj, cof, cof, arglgff... ¡Qué asco! Argbrlll...
- ¡Jefe, drevivió!
- ¿Has visto que mis técnicas son efectivas, mandril..?
- El jefe iene npaladar degro, jajajaj.
- Ignacio, cof, cof, no dejes de aplicar la cof, cof, técnica de reanimación a la cof, cof, muchacha. 
- En ezo eztoy, jefe, voy a mer zi la décnica de Evin da nrezultado.

Con una asombrosa concetración y profesionalidad Ignacio aplica respiración boca a boca alternando con compresiones y algún que otro masaje subrepticio en zonas no vitales para la tarea encomendada, pero al parecer bastante estimulantes. De pronto, la bella mujer reacciona...

- ¡¡Aaayyyyy!!
- ¡Bravo, Ignacio! ¡Lo has hecho muy bien!
- Al autralopitecus lo felicita, jefecito, y a mí que lo chup..., ejem... resucité, nada...
- No te escucho con los gritos de esta mujer, Kevin.
- ¡¡Aayyyyyy!!
- Cálmese, por favor, tengo que hacerle unas preguntas.
- Pero lejos de aquí por favor, me quieren hacer mucho daño esos hombres.
- Tranquila, somos policías.
- ¡Aaayyyyyy!
- Epa, ¿le digo que somos policías y grita en vez de sentirse a salvo?
- Es que ellos también son policías, ¡aaayyyyyy!
- Le taparé la boca hasta que se disponga a dialogar, pero no a los gritos, ¿estamos?
- Mmmmmm... ¡Mmmmmm!
- ¡¿Estamos?!
- Jefecito, no puede responder si le tapa la boca.
- Ah... Abriré un poco mi mano solo para que me responda. ¿Su nombre?
- Re... Regina, Cla... Clámor...
- Mmm, ese nombre me suena a algo. ¡Ustedes dos, vayan remando arroyo abajo, debemos poner en un lugar seguro a esta mujer, seguramente la estarán persiguiendo!
- Jefe, néjela en miz manoz e ez el nugar máz zeguro en e puede estar...
- Ignacio, llámate a silen...
- Ahhh, este es el buen mozo que me salvó la vida. ¡Qué bueno es para reanimar!
- Zí, ez una e miz ezpecialid...
- ¡Muuaaaaccc! ¿Así que te llamás Ignacio, bonito?
- Claaaaro, el otro se lleva los galones y el que la sacó del agua aun a costa de tragarse el arroyo, nada...
- ¡Está celosooo♫! ¡El jefecito está celosooo♫!
- Unos chicoteos con mi remera mojada no te van a venir mal, Kevin...
- No, no, jefecito, ¡retiro lo dicho!
- ¡A usted debería arañarlo todo, arruinó mis extensiones! ¡No sabe lo que me costaron!
- Bue, basta de ñañerías. Soy el detective Leo Damier. A Ignacio ya lo conoce. Este es Kevin. Cuénteme cómo llegó a arrojarse al arroyo de esa manera.
- Bien, corrí, me impulsé con el pie izquierdo y salté con todo.
- Me refiero a qué causa, motivo, razón o circunstancia la llevó a tomar esa decisión tan bien descripta.
- Ah... me corrían unos supuestos policías.
- Si eran policías debió detenerse e identificarse. Si no hizo nada malo, nada malo le sucedería. 
- Le sale bien el versito ese, jefecito...
- ¡Shut up, agente Chita! La escucho, Regina.
- Estaba en la fiesta del famoso casting de grabaciones musicales Cien estrellas, esta vez se realizó en una finca nicoleña. Vengo de Hurlingham, patrocinada por un misterioso mecenas admirador de mis dotes.
- Seguro que no las dotes de cantante, jefecito...
- Todas las hipótesis son bienvenidas, Kevin, cuando uno no tiene idea del caso.
- Por lo que entendí, los empresarios de Cien Estrellas eran sospechados de traficar estupefacientes. Cuando llegó la policía tiraron un extraño paquete al agua. Ví lo que pasó y se lo conté al que parecía jefe del comando. Estos en lugar de apresar a los empresarios se la agarraron con los participantes. A los hombres los apaleaban y a las mujeres nos desnudaban. ¡Un bajón, policías tan apuestos y tan ordinarios..!
- Sigo sin entender nada, jefecito.
- Por supuesto, tu mente tiene poco de analítica, Kevin. Entretanto, voy atando cabos y...
- ¿Piensa que el culpable es un cabo de la policía, jefecito?
- ¡No seas turulo, Kevin! Quiero decir que las cosas se conectan. ¿Recuerdas las señas del tipo de la lancha que tradujo Inés, Ignacio?
- ...
- ¿Ignacio..?
- Jefecito, ¡está catatónico el neandertal este!
- Ufff, se tildó con el beso que le dio Regina... Dale un remazo a ver si responde.
¡Troc!
- Zí, zí, mrezioza, zoy tuyo ara ziempre...
- Ignacio, te necesito con la mente despierta. Usted Regina, vístase con mi remera, no puedo verla así.
- Do ze preocupe, jefe, yo zí e uedo verla mastante mien.
- ¡Calla! Atiéndanme bien, les diré lo que pienso de todo este sinsentido, me parece que todo tiene una explicación. Aunque haya puntas sueltas, creo que tengo una hipótesis razonable.

Continuará...



8 comentarios:

  1. ¿Regina Clámor y Inés Perta en la misma historia? ¿Que desastre puede llegar a pasar?

    Que inepto resulto Kevin Chita. Y al final el menos torpe fue Ignacio, que se propasó un tanto, pero Regina no se quejó y hasta quedó atraída.
    ¿Usa extensiones? Míra vos como vengo a enterarme. Capaz que un asesino le recortó el pelo, por raro fetichismo. O se lo pidieron para una película clase B.
    ¿Así que los aturdió?
    ¿El misterioso mecenas de Hurlingham será Dario Brabo, del blog Kebondi?

    Me gustó mucho. Saludos.

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    1. Bueno, imaginé a Regina como una mina coqueta, a veces para ocasiones se ponen extensiones para abultar o alargar el pelo.
      Veremos si se encuentra con Inés, no lo tengo decidido, aunque sería una buena dupla.
      Abrazo!

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  2. ¡Se cruzaron dos blogs! jajaj
    Qué sorpresa tener a Regina Clamor en los casos de Damier.
    Me tiene realmente intrigado el tema del pelo, así que seguiré esperando la resolución.
    A mi me cae cada vez mejor Ignacio (estuve releyendo "Los Lanzallamas" de Arlt y sobre el final hay un personaje que se asemeja a él, aunque este no es ni ayudante de detective ni mucho menos).
    Me gustó lo del "masaje subrepticio en zonas..."

    Abrazo!

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    1. Ignacio me cae muy bien a mí también, en ocasiones me hace acordar a Pepe Biondi (¡qué antigualla!)
      Los lanzallamas lo tengo pendiente, me parece que lo voy a ir rastreando!
      Abrazo

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  3. "....- Jefecito, ¡está catatónico el neandertal este!
    - Ufff, se tildó con el beso que le dio Regina... Dale un remazo a ver si responde...."

    Asi que importando personajes? Buenìsimo, esto se està poniendo cada mejor. Las chicas van copando protagonismo y ellos imperdibles, la verdad no sè con cuál quedarme jajaja.

    Un abrazobeso querido amigo y quedo a la espera del continuarà.
    REM

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    1. Esta historia me permite poner las pavadas que se me ocurren. Creo que a todos se nos ocurren esas pavadas de las que nos reímos por ahí solos. Y bueno, acá me río solo y en una de esas se ríe algún otro!
      Los personajes de otros blogs pueden visitarnos, eso sí, tengo que tratar de que no mueran en la historia para no comerme un juicio!
      Besos!

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  4. Interesante historia Oso. Ese ángel rescatado del río los va a meter en una trama que me imagino complicada. Me gusta el humor que va saliendo en los diálogos. Ignacio; impecable.

    mariarosa

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    1. Ya viene retorcida la cosa. No sé si es más difícil para los personajes o para mí que no encuentro salida elegante!
      Besos

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