ETERNO RETORNO

Estas historias son como lanitas sueltas que la nona va ovillando en un bollito y una vez que adquiere volumen, las va desovillando para hacer algo con todas como si fueran una sola cosa. Así son estas narraciones, dichos, frases sueltas, conjeturas patinadas por una memoria tenue que -a veces- toman forma en la mano de quien las intenta reunir.

viernes, 4 de febrero de 2011

Aventurillas 04: Saludos

Hay gestos, pequeñas situaciones, leves acontecimientos, que en Villa Constitución adquieren ribetes de rareza debido a extraños comportamientos de los vecinos como así también a la necesidad de exageración para acentuar alguna carencia propia o -con más gusto- ajena. El simple expediente de saludarse por la calle constituye en este recoveco del mundo una aventura dado que uno desconoce tanto el final de la misma como lo azaroso de su desarrollo.

Algunos ejemplos ilustrarán la proposición anterior sin pretensión alguna de exhaustividad. Esto no sin antes aclarar que, como un sino fatal, lo antedicho no ocurre sólo en el ejido urbano villense sino que se cuela en la experiencia de todo villense que se cuente entre los que van dejando su huella en otros territorios, incluyendo aquí a quienes han emigrado a latitudes extrañas o sin más inexistentes.

Caso 1: Un villense espera en una parada de colectivo en Rosario. Observa a un transeúnte con el rostro desencajado que se acerca desde la vereda de enfrente. En medio de un saludo plagado de insultos le propina un directo a la mandíbula que lo deja groggy. El transeúnte se aleja -quizá feliz, quizá aún desencajado-; el villense, perplejo, acaricia su mandíbula, cuenta sus dientes y verifica que su sangre no deje manchas inoportunas.

Caso 2: Un villense espera en una parada de colectivos de calle Dorrego para viajar a Arroyo Seco. Otro villense que lo odia visceralmente se baja de su combi, se acerca, le pregunta cómo le va en su trabajo, lo felicita, lo saluda con un apretón de manos y se retira, probablemente cumpliendo con una penitencia asignada por el sacerdote que intermedia en el perdón de sus pecados.

Caso 3: Un villense sale a la calle, las razones son irrelevantes. Todos los transeúntes, peatones o no, utilizan gafas de sol. Nuestro villense saludará a algunos creyendo adivinar a personas conocidas detrás de las gafas -obviamente no le darán respuesta- y no saludará a rostros que se insinúen extraños, ganándose el encono de vecinos, cuñados y favorecedores varios que se ofenderán por el retiro del saludo.

Caso 4: Un villense va de paseo a un lugar relativamente lejano. Invariablemente se acercarán para saludarlo con desmesurada cordialidad otros villenses que ni lo miran en su ciudad de origen. Y hasta tal vez le dirijan la palabra por primera -y única- vez en su vida. Parece que los villenses son gente de morriña fácil. Al volver a su terruño nuestro villense seguirá siendo ignorado, como si el regreso retrotrajera las cosas a un -ya inexistente- estado anterior.

Caso 5: Un villense sale a la calle. De pronto observa que personas a las que nunca ha visto con una pala -u otra herramienta- en la mano y a la vez nunca le prestaron atención, atinan a saludarlo. Consulta la fecha en su reloj o celular, decidido a entender que se acercan fechas de elecciones. Comprueba así que se trata de un político lanzado a la caza de votantes o -en el peor de los casos- de nuevos usureros que inauguraron una mutual solidaria para hacer sus negocios.

Caso 6: Un villense cruza diagonalmente una de las plazas de la ciudad. Una perversa mujer, que presume de ciertas prerrogativas y a su vez lo aborrece, lo saluda demostrando interés y le hace un gesto cómplice con un guiño de ojos. El villense queda contrariado y expuesto a sufrir un accidente al llegar a la esquina a causa de su turbación.

Estos casos, querido lector/a de estas líneas sólo constituyen una pequeña y arbitraria muestra gratis de lo aventurado -y, por lo mismo, riesgoso- que resulta saludar o ser saludado en Villa Constitución. O encontrar villenses en cualquier suelo.
Sirvan estas parrafadas de advertencia para aquellos que se atrevan a transitar el taco santafesino. No queremos los villenses cargar en nuestras conciencias más desdichas que las propias.


12 comentarios:

  1. Jajaja...Muy bueno. Me gustó mucho. Muy descriptivo y explicativo y, sobre todo, ilustrativo acerca de la naturaleza villense.
    Un abrazo!

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  2. Nos damos por formalmente advertidos.
    Nos haremos cargo de las eventuales y/o fortuitas desdichas que nos deparen las futuras eventuales y/o fortuitas visitas a vuestra ciudad.

    Un beso

    SIL

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  3. Muy bueno Oso, del caso 4 estuve hablando hace poco con alguien que le pasó eso en... jaja.
    Por eso camino mirando el suelo y a paso firme. No saludo a nadie y que nadie me salude. Y no hay malentendidos!!!

    Un abrazo!

    (si me ve pasar, tíreme un cascotazo, así lo saludo!)

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  4. jajajaa! Sos un genio! Me encantaron estos saludos.

    Un villense está en Rosario y saluda a otro villense que en Villa nunca había saludado.

    Yo!

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  5. Muchas gracias Oso, por tan buenos texto y lección de idiosincrasia villense. Me servirá para entender lo que vea cuando vaya alguna vez por allá...
    Abrazos!!!

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  6. VIVI:
    Nunca viene mal advertir a los posibles visitantes, ¿no?

    SIL:
    Ja! Bien ahí!! Sobre todo ud que habita el mundo de los Kapas...

    NETO:
    Ah, yo pensé que caminaba así por efecto de algún brebaje alcohólico y/o narcótico.

    CARLA:
    Viste que eso sucede un montón... Y me parece que en el resto del mundo nos copian.

    DOÑA TINTA:
    Pero no sigamos con muchas lecciones, de lo contrario jamás querrá pisar este suelo...

    Gracias gente linda, besos y abrazos

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  7. Muy buena descripción. ¿Para cuándo la etnografía? Casos 3 y 4, universales, como el tabú del incesto.

    beso!

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  8. Mi estimado Oso ,
    muy bueno lo suyo como siempre, es bueno estar advertida por si alguna vez ando por sus pagos jeje, no obstante le digo que estos temas están bastante generalizados en nuestro querido país. Que le vamo' a hacer ...

    Besos
    REM

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  9. el caso cuatro es un clásico...

    otra incomodidad común, sobre todo entre dos hombres, es cuando uno pone la cara y el otro extiende el brazo... entonces intercambian posiciones como en un vals de saludos y la situación es la misma pero inversa... finalmente se dan un beso y apoyan la mano inerte en el hombro ajeno...

    yo soy de los besuqueiros al saludar, usted?

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  10. jajaj hay muchsimos saludos... pero el primero que mencionas no me gusta tanto..

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Dale sin piedad...