Con el sol en alto insinuando un leve declinar, se encaminó luego de recogerse el cabello al hermoso quincho vidriado del fondo del terreno. Tomó el plumero y repasó los tres cuadros pintados por su mano. Se detuvo con algún asombro al notar que el paso de las enormes plumas de ñandú no obedecía a las regulaciones del cariño por aquellos hijos amados como gustaba de llamarlos. Cuándo se produjo ese cambio, quizás hoy mismo. Se alarmó brevemente antes de preferir continuar, plumerear la mesada y dedicar algunos minutos a una mirada general del espacio. Tal vez el fin de semana venga alguno de los hijos, los abrace, les pida algún dinero o el auto. Tal vez.
Al salir del quincho, volviendo hacia la casa, accedió a contemplarse en el portalón vidriado. Recordó aquel día en que el futuro era un borbotón de sueños y ella la princesa que tendría su noche de brillos tan deseada. Un rápido giro de la cabeza a ambos lados verificándolos despejados fue todo el permiso que se otorgó para volver a tomar el volado de su vestido de quince y con más pudor que antes contonear suavemente las caderas al ritmo de un vals que de algún lado parecía venir. Contemplarse no hizo más que comprobar una vez más lo que todos le decían: había sido —y acaso lo seguía siendo— una bella mujer.
Los caprichosos fulgores que asaeteaban un par de laureles la impregnaban de un aura magnifica y cenicienta. Se volvió, ahora sí, a la casa con una gracia renovada, casi sonriendo.
Él leía, ajeno al mundo, apenas cambiando de posición, aprovechando la clara oblicuidad, tendido en un sillón. Las enarcadas cejas prometían especulaciones con ligeros movimientos de elevación correspondientes a comprensiones más o menos súbitas promovidas —necesariamente, daba a entender— por la erudición de la lectura entre manos. Se llamaba Pedro, pero Petrus le sentaba bien entre su círculo de amistades, quienes adoraban pasar los jueves a las diecisiete para debatir un par de horas sus últimas lecturas con jerez rojo y masas de La Puissance.
Evitaban momentos compartidos, desde cuándo para ella, por qué no, para él. Sentencia que cobra visos de afirmación toda vez que compartir momentos signifique palmo a palmo, codo a codo, afrontar tareas comunes, desafíos o miradas que entrecruzar allende la concordancia. Comían juntos, dormían juntos, miraban series juntos, como misión necesaria para concebir un escaso archipiélago de convivencia tenue como el cortinado de seda.
Con el sol pujante de la mañana, Mariela repasaba mentalmente las tareas pendientes, quizás plumereando su arcano impulso de pintar el mundo y sus temores de período gris en el estilo. Petrus, azuzado por el renovado brío, acometía abriendo los muslos del libro en su marcador. Vendrían quizás los suyos el sábado. Pero antes estaba el jueves de jerez.
La amabilidad campeaba sobre las diferencias y estas sobre las pulsiones. Las prendas nuevas renovaban el debate de tonos más o menos pasteles. Las frecuencias eran la vida y la vida los pedruscos seguros donde no trastabillar. Supieron sepultar la pasión con respeto y la insinuación con suficiencia.
Esta tarde, pasadas las diecisiete, se fundó la Orden de los Caballeros de Plumero y Jerez, club de lectura y sofismas, según sus fundadores. Ninguno de ellos observó la salida de una mujer cuyos largos cabellos sueltos remedaban la Duncan eufórica antes de la tragedia, pero sin enredarse esta vez.
Un repaso por una historia de un club. Muy bueno. Y esa mujer ya se la veía, tan bella, podía ser un peligro :-). Los jueves no es mal día para leer.
ResponderBorrarUn abrazo
Hola Albada.
BorrarParece ser que sí y que suceden cosas por debajo de la historia.
Saludos
Un relato intrigante, aclarado un tanto por el comentario inicial.
ResponderBorrarMe parece inspirada esa referencia en la frase final, que bien que esta vez sea sin enredarse.
Saludos.
Un escrito medio al pasar, pero bueno, para activar el blog.
BorrarSaludos
Un relato interesante y a la vez intrigante , podriamos decir que desprende sutilmente la intimidad de muchas parejas que parecen ser algo que no son, en donde cada uno a su vez parece pertenecer a otro mundo, con otros intereses, afectos, e historias paralelas (o no)..Preguntas que nos quedan alli... Muy bueno!!!!!Saludos!!!
ResponderBorrarTal cual, surge de muchas convivencias que se sostienen artificialmente.
BorrarSaludos
Y me parece que queda bien así, sin explicarlo del todo, pero con indicios que nos llevan a unir con líneas los puntos sueltos
ResponderBorrarAbrazo de si no le ganamos al globo es que andamos mal en serio
Bueno, era la idea, decir sin contar todo.
BorrarAunque sea repuntar para ir agarrando confianza!
Abrazo!
Una situación que se da en muchos casos y provoca tristeza, una forma de estar solo de a dos.
ResponderBorrarAbrazobeso estimado Oso, siempre es bueno leerte, un disfrute.
Gracias, Rem, estoy descolgado, pero bueno, no del todo.
BorrarSaludos!
Retrato acertado de muchas muertes de parejas aparentemente sólidas
ResponderBorrarTe invito a mi jueves de relatos.
ResponderBorrarSaludos.