ETERNO RETORNO

Estas historias son como lanitas sueltas que la nona va ovillando en un bollito y una vez que adquiere volumen, las va desovillando para hacer algo con todas como si fueran una sola cosa. Así son estas narraciones, dichos, frases sueltas, conjeturas patinadas por una memoria tenue que -a veces- toman forma en la mano de quien las intenta reunir.

sábado, 30 de agosto de 2014

Gente ignota: Caroline Herschel II

Vuelvo a las historias de ilustres ignotos.
Me apasionan, aunque a veces no les haga justicia.
Por supuesto son recreaciones con un poco de humor que no pretenden ostentar la verdad sino entretener.

Para cazar lo que dice este capítulo es menester leer Caroline Herschel I.
William Herschel
1772: - Lina, hermana mía, ven conmigo a vivir a Inglaterra, porfis te lo pido...
- Friedrich Wilhelm, ¡qué alegría hermano del alma! ¿Te puedo decir Fritz como cuando éramos pequeños?
- Claro que sí, mi pequeña. Pero en Inglaterra tradujeron mi nombre y no me disgusta. Allí soy William. Y vivo en Bath, que es una pequeña ciudad del oeste. Pequeña, pero con termas romanas, con teatros, un lugar que te encantará.
 - Y, ¿cómo van tus cosas en Bath? ¿Conociste a Batman?
- Ja, siempre con tus ocurrencias... De maravillas, mi pequeña, vivo de la música, toco varios instrumentos y tengo mi propia orquesta, ¡el sueño de Vater Isaac!
- Hermano, desde la muerta de Vater Issac he estado diez años haciendo de sirvienta, mucama, costurera, cocinera...
- ¿Has conseguido trabajo, Lina?
- No, me lo consiguió Mutter Anna Ilse, aquí en casa, sin ver la luz.
- No importa, pequeña, vendrás conmigo. En Bath podrás cantar como lo hacías en la infancia.
- ¿Y conocer astrónomos?
- Tal vez. No te lo he contado, pero quiero construir mi propio telescopio.
- ¡¡Ya sabía yo que el germen de la perversa curiosidad de vuestro padre no había muerto con él!!
- ¡Mutter Anna Ilse! ¿Estabas escuchando?
- ¡Claro que sí, soplaoboes! Te llevarás a tu deforme hermana, ¡pero me pagarás una esclava de por vida!
- ¿Una esclava, Mutter?
- Ejem, alguien que reemplace a Caroline...
- Hecho, Mutter, puedo pagarlo... ¡Prepara tus cosas, Lina! ¡Mañana sale el barco! Despídete de Mutter.
- Mutter Anna Ilse, aquí le dejo la escoba, el estropajo, la esponja, el cepillo, el balde...  ¡Se me hace tarde para ir a cantar y a mirar las estrellas!

Caroline Herschel
1773: - Pequeña, Lina. Sabes que la música me apasiona, siento bullir la sangre de Vater Isaac bajo la piel cuando toco un instrumento.
- Y dedicas tiempo para que aprenda a ser una soprano digna de tu arte. Jamás podré agradecértelo suficientemente.
- ¡Te dedicarás a la limpieza y a ser un buen ama de casa!
- ¡Ough, eso fue un ataque a traición! Me dijiste...
- ¡Ja, era una broma, hermanita! También Vater Isaac se apasionaba por el conocimiento: álgebra, trigonometría, conocimiento del cielo.
- ¿Me mandarás a que aprenda con una instructora?
- No, seré tu maestro. Y empezarás con este libro.
- ¡Astronomía, de Ferguson! ¿No es este el libro que habías deseado tanto? ¡Lo conseguiste!
- ¡Y lo leeremos juntos! Hay tanto para aprender... Pasan cosas en el mundo...
- Sí, guerras, pestes como la que me condenó a ser deforme...
- Pero también genialidades. En Francia un tal Cugnot inventó un carro que se mueve sin caballos ni bueyes, ¡un automóvil! Hace un par de años, un escocés llamado James Watt perfeccionó la máquina de vapor de Newcomen. Dispondremos de fuerza motriz que no depende del clima ni de la vida de los animales. ¿No te parece brillante? Si pudiéramos poner todos estos conocimientos al servicio de la humanidad se acabarían las guerras y el hambre ¡y tal vez acaso las pestes!
- Querido William, ¿se acabarán también la cerrazón mental y el resentimiento como los de Mutter?
- Bueno, eso es mucho más difícil, pequeña.


marzo-abril 1781: -¡Qué curioso, Lina! Noche tras noche diviso en el telescopio un cuerpo celeste desconocido. Allí, en la constelación de Géminis.
- ¿Y eso que tiene de raro, William? 
Imagen actual de Urano
- He estudiado los catálogos de Flamsteed -el antagonista de Newton-, que parece haberlo visto antes. No es una estrella, por el modo en que cambia de posición. Y porque cambia su modo de brillar con distintos aumentos. Debe estar mucho más cerca que una estrella.
- Entonces será un cometa, hermano. Revisaré los cálculos.
- Sí, debe ser un cometa. Lo raro es que no tiene cola. Comunicaré esto a los astrónomos conocidos. Tal vez este telescopio de seis pulgadas que construimos y montamos en el jardín de casa no sea adecuado para la precisión que necesitamos.
- ¿No tienes miedo de que los demás se apropien de tu descubrimiento como Newton con los de Flamsteed?
- No.
- Eres valiente, hermano.
- No tanto, el hecho es que te tengo a ti.
- ¿Yo? ¿Qué tengo que ver?
- Llevas el registro más preciso y detallado de observaciones que se puede imaginar. No hay forma de llegar a nuestras conclusiones sino a través de este trabajo tan minucioso que hemos realizado. Y digo hemos, porque sin tu colaboración sería imposible.

1783: - Señores, las pruebas son concluyentes. El objeto descubierto por William Herschel resultó ser un nuevo planeta del sistema solar. ¡Un planeta no visible a simple vista! Está 18 o 20 veces más alejado del Sol que nuestro planeta. Escuchemos a su descubridor, quien desde hoy es nombrado Astrónomo Real de la Corte.
- Gracias por los honores, señor Pringle, presidente de la Real Sociedad del Conocimiento aquí reunida. Llamaré a este planeta Georgius Sidus, en honor al rey de Inglaterra.
- ¿No pretenderá quedar bien con el rey para lograr sus favores?
- Por supuesto que no, señor Pringle, me pareció mucho más apropiado que ponerle Urano, por ser padre de Saturno, el padre de Júpiter, como algunos proponen. Esto tiene la dificultad de que no habría otro seres para nombrar otros planetas que encontremos, sino el Caos primordial. Además, ya pasó la época de gloria de Grecia, llega la de nuestros reyes, como George III. Que además, ejem, me ha dispensado una pensión para estimular mis investigaciones, claro...
- ¡¿Quéeee?! ¿Cree usted, señor Herschel, que puede haber otros planetas?
- No solo eso, señores, les tengo otra sorpresita. ¿Les cuentas, Caroline?
- Señor Herschel, en nuestra Sociedad las mujeres no tienen voz autorizada.
- Señor Pringle, con el debido respeto, sin esta mujer de voz no autorizada nunca hubiera descubierto el planeta que enorgullece a los ingleses en el mundo entero.
- Mmmm... Esta bien, solo por esta vez.
- Lina, te escuchan, cuéntales.
- Parece que no todos los objetos del espacio profundo estaban catalogados. Con William descubrimos mil más. El universo debe ser mucho, pero muchísimo más grande de lo que se sospechó siempre.
- ¡¡Ooohhh..!!
- No solamente eso. Unos días atrás, con William hemos puesto en marcha al Sol.
- ¡¿Lo qué?! ¡¿Qué significa eso que tan pretencioso suena?!
Movimiento del sol y los planetas hacia el ápex
- Hemos descubierto que el Sol se desplaza, señor Pringle.
- ¡Imposible! ¡Imposible!
- Encontramos pequeñas diferencias en su posición respecto del fondo de estrellas fijas. Se mueve en dirección a un punto que William denominó ápex.
- ¿Cómo puede ser? Ya no hay seguridades. Nada fijo, nada estable. Me marea esto. Newton...
- Newton no dijo nada de esto, ustedes sacaron conclusiones apresuradas.
- Pero... sin puntos fijos, sin referencias, ¿dónde iremos a parar en esta deriva? ¡Es un caos!
- Veo, tan caótico como que una mujer se dirija a los grandes del conocimiento para ponerlos de cara a su propia ignorancia

Continúa y finaliza en el Capítulo III


Notas
1772: Su hermano Friedrich Wilhelm vuelve a buscarla. Es un músico reconocido en Inglaterra. Caroline, con veintidós años, sale al mundo, a la música, la astronomía y la matemática.

1773: William compra Astronomía de Ferguson. El libro fanatiza a ambos hermanos que comienzan a observar el cielo y catalogar objetos. Mientras, en Inglaterra Watt perfecciona la máquina de vapor y se enteran del éxito-fracaso del fardier de Cugnot.

marzo-abril de 1781: William descubre a Urano con ayuda de Caroline. Cree que es un cometa, pero la comprobación con otros colegas termina persuadiéndolo de que es el séptimo planeta del sistema solar.

1783: La Royal Society aprueba definitivamente el descubrimiento. William es nombrado Astrónomo Real. Para entonces, con Caroline habían avanzado descubriendo centenares de nuevos objetos del espacio profundo: galaxias, nebulosas, cúmulos. Además, demuestran que el Sol se mueve, cosa impensada hasta el momento. Se empieza a reconocer tibiamente el papel fundamental de Caroline en el trabajo de su hermano.

lunes, 18 de agosto de 2014

Gente ignota: Caroline Herschel I

Vuelvo a las historias de ilustres ignotos.
Me apasionan, aunque a veces no les haga justicia.
Por supuesto son recreaciones con un poco de humor que no pretenden ostentar la verdad sino entretener.
1750: - Amada, nuestra Lina es una beba de buena estrella, aprenderá a leer los cielos y disfrutará del arte musical.
- Ni a palos, noble Isaac, esposo mío. Tanto Caroline -o Lina, como la llamas- como su hermana serán amas de casa, como conviene a nuestra familia.
- Anna Ilse, querida mía, Hannover no es una ciudad segura. Los Habsburgo andan buscando roña. Si hay guerra, tendré que tocar mi música militar entre balas y explosiones. ¡Y vivimos en medio de este país peligroso! Huyamos adonde nos alcance la paz.
- ¿Y eso qué tiene que ver con nuestra pequeña Caroline? Ella puede ser ama de casa aquí, en Francia o Rusia...
- Conocer el mundo te mostrará que no todo se reduce a hogares, mein lieber. Deseo para la bella Lina un mundo mejor que fregar todo el día y cocinar para su familia.
- O sea, un mundo distinto al que me diste...

1753: - Mein Ehemann Isaac, amado, tu trabajo de jardinero y de músico alcanza a penas para mantener a nuestros hijos. ¡Qué será de nosotros con esta peste de viruela! Nadie te contratará ahora.
- Yo me preocuparía más por la salud de nuestros hijos, como dice el doctor Socolinsky.
- ¡Tú y tus veleidosos amigos rusos!
- Me refería a la pequeña Lina, tan indefensa y con esas marcas en el rostro que llevará de por vida.
- No te preocupes, su destino es fregar con la cabeza gacha. Como el mío. Al fin, todo lo que esperaste de mí es tener un plato de comida y la casa limpia. Ah, y que me mantenga ágil para levantar estos pollerones en tus urgencias.
- Y tú, Anna Ilse, ¿qué esperaste de mí?
- Nada, ni esperaré. En cuanto a Caroline, con leer, escribir y sacar cuentas le alcanzará. Pensar no es para mujeres.

1757: - Vengan hijos, en silencio para no incomodar a seine Mutter Anna Ilse. Aquí, detrás de casa, podemos apreciar la belleza del cielo nocturno.
- ¡Es maravilloso, padre!
- Les contaré un secreto. Hay un inglés estudioso del cielo que dice que la Vía Láctea no es más que una agrupación de millares de estrellas, tal vez concentradas en forma de un disco. ¡Y que nosotros no estamos lejos del centro!
- ¡Fantástico, padre!
- El inglés se llama Thomas Wright, es un sabio. Me gustaría conocerlo y aprender tantas cosas. Pero no será posible. Tal vez ustedes...
- ¡Mein Vater Isaac, Mein Vater Isaac!
- ¡Shhh, pequeña Lina, no grites que Mutter Anna Ilse se enfadará!
- ¿Qué es esa estrellita que se ve allí? ¡Esa que parece una plumita!
- ¡A la marosca, pequeña Lina, qué ojo agudo tienes! ¡Es un cometa!
- ¿Es el que descubrió Halley, mein Vater?
- No, pequeña. Ese volverá el año próximo. Creo que has descubierto un nuevo cometa.
- Llevará mi nombre: ¡Caroline Lucretia Herschel!
- No creo, pequeña Lina. Nadie en el mundo ilustrado se enterará de tu descubrimiento. Además, eres mujer, y si madre se entera nos atiende a varillazos a ambos. Guárdalo como mi regalo de despedida.
- ¿Adonde vas, mein Vater?
- Me mandan la guerra. Y a tu hermano Fiedrich Wilhelm, nuestro querido Fritz, también. No soy guerrero, pero arriesgaré mi vida alentando a los soldados prusianos con mi oboe.

1760: - Soberano castigo tienes, Caroline. Eso te pasa por ponerte a estudiar música, astronomía, filosofía, francés, matemáticas y esas paparruchadas.
- Mein Mutter Anna Ilse, ¿qué tiene que ver el tifus con esas ciencias?
- Que es enfermedad de gente inactiva y torpe. Tu hermana se la pasa fregando y es saludable como un roble noble, con versito y todo.
- ¿Es cierto que no voy a crecer más?
- Crecerás hasta la altura de un lomo de burro, confórmate con eso.
- ¡Entonces no me casaré, nadie me querrá y cuando te mueras me dedicaré a estudiar!
- ¡Ya puedo morirme, ingrata! Tu padre no ha vuelto de la guerra, quién sabe si vive; tu hermano Wilhelm volvió espantado de la batalla de Hastenbeck. ¡Qué poco hombre resultó! Lo asustó ver morir a unos cinco mil inservibles hombres de uno y otro bando, tanto que piensa huir a Inglaterra.
- ¡Basta, mein Mutter! ¡Quiero morirme yo primero!
- De acuerdo, pero antes ¡ve a fregar los baños!

1762: - Lina, hija mía, he vuelto de la guerra solo para morir en tus brazos. Quiero que seas feliz cantando como tan bien lo hacías cuando Fritz te lo proponía. Y que seas feliz estudiando, ya eres toda una joven talentosa e inquieta.
- ¡Calla, Isaac, de una vez! Nuestra deforme hija solo merece estar encerrada en casa con las tareas del hogar. Sería una verdadero oprobio que esta enana de cara carcomida se muestre públicamente.
- ...
- Por fin una vez me hiciste caso, viejo loco...
- Mein Mutter, Vater Isaac palmó, por eso no responde.
- Bah, se hace el muerto para pasarla bien.
- ¿Hablas así de mi amado padre, Mutter?
- Tienes razón, basta de hablar. Hay que fregar los pisos, pronto vendrán invitados al velorio.
- ¿Invitados?
- Ejem, condolientes y plañideras, claro, hijita... Por eso los pisos deben brillar, yo busco las guirnaldas... ¡Manos a la obra!

Notas
1750: Nace en Hannover, Alemania, el 16 de marzo. Su padre fue músico y jardinero, apasionado por el conocimiento; su madre, un ama de casa muy rígida

1753: La viruela le marca el bello rostro. Sus padres disputan el tipo de educación que recibiría.

1757: Su padre le enseña a escondidas música, matemática y el conocimiento del cielo disponible. Isaac Herschel es enviado a la guerra de los Siete Años con por lo menos su hermano mayor Fiedrich Wilhelm, quien aterrorizado por tanta muerte decide huir a Inglaterra para dedicarse e la música.

1760: Contrae un tipo de tifus que la condena a una atrofia física. No superaría el metro treinta de altura.

1762: Isaac Herschel muere. Caroline deja todo tipo de estudios mientras se dedica a aprender tejidos y cuida de su madre y sus hermanos.

viernes, 15 de agosto de 2014

Infinitivarles

La columna del Licenciado Emilio Notuyo en el semanario La Corneta se constituye en un material insoslayable para todo aspirante a escritor. Distintos institutos superiores de periodismo han abrevado en las salitrosas aguas que vierte su pluma. Siempre consideran valioso aprender cómo no escribir artículos. Sin embargo, la embelesada vista de la propietaria del semanario de marras tiene a bien desafiar al atento lector con la columna Doxa, del inverecundo licenciado, dícese que con el objeto de proveer textos inextricables para elegir la frase del concurso "Embocando adjetivos", que premiará al ganador con una suscripción anual más un diccionario de sinónimos y antónimos, que nunca está de más en la cartera de una dama instruida o el morral de un caballero destruido.
Esta vez, la sentenciosa pluma nos regala una afilada nota acerca de las nuevas costumbres discursivas argentinas. Sin más, como si se tratase de una inyección, sometámonos al artículo, así pasa de una vez.
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DOXA. Columna de opinión del Licenciado Emilio Notuyo.
INFINITIVARLES
Quien suscribe este opúsculo, con las disculpas hacia las damas aquí presentes, ve -o, mejor dicho, escucha- no sin un incisivo horror, una ya extensa costumbre discursiva que va ganando adeptos en nuestro entorno cercano y no tanto.
Como el atento lector de esta columna -acostumbrado a las sesudas disquisiciones acerca de las peores modas que vestimos no ya para sentirnos diferentes en la osadía sino para uniformarnos es la estulticia de una pereza mental espantosa- notará, me refiero al uso de una forma de infinitivo introductorio o fático al inicio de una oración.

Expresiones tan horribles, por no abundar en lo desacertado como:
Agradecerles haberme dado la posibilidad...
Ante todo, recordarles que mañana no hay clases...
Insistirles en que recuerden...
Informarles que se ha producido un cambio...

Detengámonos un minuto en la primera. Una expresión que de la boca de un boxeador resulta emotiva, pronunciada por un docente o legislador resulta vomitiva. Esto no menoscaba la posición del digno boxeador, pero sí denuncia palmariamente la vagancia mental de quien vive del lenguaje como herramienta fundamental. ¿Qué lleva a alguien a omitir mencionarse o mencionar la intención de agradecer? Basta con agregar al inicio algo así como quiero, quisiera para adecentar la frase. Pero no solo adecentar, prefiero enriquecer. ¿Por qué?

Porque arrancar con infinitivo lo expone menos. El incisivo lector se preguntará entonces por qué empezar una oración en infinitivo expone menos a quien la pronuncia. Porque dice mucho menos de quien la pronuncia: es etérea, flotante, no arraigada ni ensangrentada en el decidor. Quien empieza con Agradecerles etc. no nos está diciendo si desea agradecer, si quiere agradecer, si odia agradecer, si le molesta agradecer o si le cuesta agradecer. Dice agradecer y basta, lo demás lo pone el oyente. No solo lo pone el oyente, sino que el decidor da por sentado que el oyente interpretará un acto benevolente del decidor. Pongámoslo en letras:

(Quisiera) agradecerles haberme dado la posibilidad...
(Jamás voy a) agradecerles haberme dado la posibilidad...
(Cáguense si piensan que deseo) agradecerles haberme dado la posibilidad...

Sin embargo, el decidor sobreentiende hacia dónde se dirigirá el pensamiento del oyente. O quizás peor, hace todo el esfuerzo al utilizar ese modo por dirigir la actividad mental del oyente.

Cierro la nota, una vez destilado el tósigo, pensando en que quizás no sea tan grave el caso dado el uso profuso que la presidenta hace de él. Bueno, para que no dejen de comprar La Corneta digo: la presidenta y destacados de la oposición. Aclaración que no es necesaria, dado que el sagaz lector adivina que un columnista como este difícilmente se torne intransigente, dado que el mencionado partido no existe más.

Lic. Emilio Notuyo
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Una vez más Notuyo logra lo que se propone. Nos deja perplejos. Una vez más su artículo funciona como una bicicleta de spinning: nos cansa, pero no nos lleva a ningún lado.
Ya sospechamos la cataratas de correos de lectores que recibirá La Corneta este fin de semana largo, correos que al fin tal vez responda el ordenanza, el tío Javier, que se divierte copiando y editando viejas respuestas para nuevos problemas. Como lo solemos hacer toda vez que evitamos procesar el sencillo expediente de pensar.

viernes, 8 de agosto de 2014

Los casos de Leo. Caso III Escena 4 Rubia

[Continúa de Los casos de Leo. Caso III Escena 1 Rubia 
Los casos de Leo. Caso III Escena 2 Rubia y
Los casos de Leo. Caso III Escena 3 Rubia 
Recomiendo leer las escenas anteriores, no porque valgan la pena, 
sino para enganchar la historia]

La pelota sale de los límites de la cancha bien alto. Inés se lanza a correr entre los turistas, tratando de esquivar niños haciendo castillos, damas asándose y señores devotos del milagro de un bretel roto. Hasta que...
- ¡Ouuuuucchhh...! Disculpe, señor, le juro que no quise... ¡¡Ayyyyy!! ¡¡¿Eso se lo hice yo?!!
Inés había tropezado con la cabeza seccionada de un cuerpo semienterrado en arena, con un baldecito en la loma del vientre.
- ¡Disculpe, señor, no quise arrancarle la cabeza, solo corría la pelota!
Los curiosos, azorados, comienzan a acercarse a la macabra escena.
- ¿Y ahora qué hago? ¡Ya sé, llamo a la policía! ¡Poli..! ¡¡Pero qué digo, si yo soy policía!! ¡Nadie se acerque! ¿Dónde está mi identificación? ¡Dije que no se acerquen, soy la agente Inés Perta, de Investigaciones! ¡Atrás, atrás!
Un poco más lejos, saliendo de la mansión...
- ¡Allá en la montonera! ¡Esa mina que se hace la Baywatch encontró el cadáver! ¡Sáquenla del paso!
- ¡A la baiguach, señor Cali! ¡La sacamos del paso, señor Cali!
- ¡Rápido, inútiles!
- ¡Rápido, señor Cali!


Inés desespera, ve llegar a los guardaespaldas que espantan a los curiosos a mamporro limpio. Cuando ya están muy cerca...
- ¡Deténganse! ¡Ni un paso más o disparo! ¡Detective Leo Damier! Ni se les ocurra moverse.
- ¡¡Leo!! Llegaste justo... Le arranqué la cabeza a este pobre señor que tomaba sol tapado en arena.
- Ufff, no, Inés, ya estaba muerto de antes...
- ¿Del pelotazo?
- No, quizás se trate del desventurado que buscábamos. Alcanzame la cabeza, a ver... ¡Ustedes dos se me quedan quietitos!
- Pooobre... Le debe doler mucho...
- No creo, ya no. Tenelos a raya con mi pistola mientras reviso el cadáver.
- ¿Se usa como en el Counter?
- Shhhh, callate, que se van a avivar... Ajajá, qué extraño es todo esto... Parece que...
¡Troc!

- ¡Cómo se te ocurre golpear así por atrás a mi jefe, shrek colorado!
- Callate, baiguach, y dame esa pistola.
- ¡Atrás o disparo!
- Dame eso, linda, te podés lastimar.
- ¡Esta porquería no anda! ¡Leo, ¿le pusiste balas?!
- No te va a contestar, baiguach, está haciendo noni. ¡Lleven a estos dos entrometidos a la mansión! Y no olviden el fiambre.

En el gran vestíbulo de la mansión.
- ¡Ustedes dos! Llévense la rubia a mi habitación. Ya me encargo de ella.
- ¡La llevamos, señor Cali! ¿Podemos ablandarla un poco? Ya nos arañó hasta las rodillas.
- Un poco y con cuidado, ella es mía.
- ¡Le damos un poco nomás, señor Cali!
- Y ustedes dos, traigan al dormilón y los pedazos del difunto a la sala. Nos esperan mi padre y Don Paco.
- ¡Urgente, señor Cali! Pero antes queremos decirle algo, señor Cali.
- Ya habrá tiempo luego. Esto urge, ¡obedezcan!
- Tiene que escucharnos, esto es importante, señor Cali.
- ¿Qué es tan importante como para ignorar una orden mía, alcornoques?
- Que el muerto que trajimos no es el que buscan.

Luego, en una sala privada, mientras Leo despierta...
- Ou, yes. Así es que tenemous aquí a Leo Damier, un espantosou dechecchiveis. ¿Lo reconocei, don Pacou?
- Ha cobrado cierta notoriedad con la resolución del caso del Conde Nado y la Condesa Lucía Bellagamba. Pero es inofensivo...
- ¡Usted! ¡Infame! ¡Si..!
- Cállese, pronto será un cadáver como el desgraciado que estaba enterrado en la arena. ¿Cierto, Brando?
- Ni más ni menous, don Pacou...
- Desaparece usted, Leo, desaparece el cadáver...
- Deshapareceis la rubia también, don Pacou, y listo the chicken...
- ¿La rubia? ¿Qué rubia? Brando, dígame de qué me habla.
- Una blonde hermosais, my hijo Cali estará playing con la novata now.
- ¿Novata? ¡¡Damier, no me diga que trajo a mi sobrina!!
- Así es, senador Francisco Gerlo. O don Paco, como lo llaman aquí... El hijo de este viejo yanqui de mierda está abusando de su sobrina en este momento. Antes de matarla, claro.
- ¡¡Brandoooooo!! ¡A usted lo voy a matar, a usted, su hijo y todos esos inútiles que los rodean! ¡Traiga ya a mi sobrina!

Al rato entran en la sala Cali Brando e Inés, que apenas se mantiene en pie, cubierta con una sábana...
- ¡Tío Francisco! ¡Viniste a rescatarme! ¡Cómo te quiero!
- Tu tío es un criminal, Inés. Al igual que los Brando.
- No, Leo, el tío Francisco es un senador, un reconocido servidor público.
- No me hagas reír, que escupo flema, Inés...
- Luego te explicaré, sobrinita. Debemos dejar solos a Damier con esta gente, tienen cosas que resolver. Y usted, Cali, me dará explicaciones en este momento.
- No puedo dar explicaciones, don Paco. Hay un gran inconveniente, el muerto sigue sin aparecer. Si lo descubre la policía local, todos iremos presos.
- Momentitou... ¿y este cadáver who is entonces, Cali?
- Dad, es largo de explicar. Debemos resolver esto ahora y ya sé qué hacer. ¡Guardias! ¡Urgente!
- ¿Qué hace, Cali?
- Los mataremos a todos: a usted, Damier, a don Paco y a su sobrinita. Y huiremos, no nos queda otra. De cualquier manera esto se complicó más allá de todo cálculo.
- ¡A sus órdenes, señor Cali!
- Mátenlos a todos, discretamente, claro..!
- ¡Bravoooo, señor Cali; por fin acción, señor Cali!
- Dije discretamente...
- No haremos ruido, señor Cali..
- ¡Esperen! Les propongo un trato, Mister Brando, senador, y no tendrán que huir como ratas.
- ¿Qué dice, dechecchivei?
- Pa, liquidémoslo y rajemos, ya anochece.
- Shut up, my son, que trajistei el murdered equivocado. Oigámoslou.
- Es fácil. ¿Puede retirar a sus guardaespaldas cinco minutos? Necesitamos, ejem, privacidad.
- Retírense, ¡ya! ¡A pasear por la playa por cinco minutos!
- ¡Nos retiramos, señor Cali! ¡En cinco minutos volvemos!
- Hable, Damier, y más le conviene que no sea una treta suya porque lo pagará.
- Miren, podemos salvar sus negocios y nuestras vidas. Si acusamos a los guardaespaldas, que son bastante inútiles, nadie responderá por ellos. Sus negocios a salvo, Brando, don Paco conserva su investidura y honor, Inés y yo respondemos por ustedes y salvamos nuestras vidas.
- Interesting, Damier...
- Pero, pa...
- Nothing de pa.
- Debe ser una trampa.
- ¡Cht, silence! Siga, Leou.
- Eso sí, deben confiar en nosotros. ¿Qué les parece?
- Allí se oyen pasos. Vuelven los guardaespaldas, pa.
- Ya sé qué hacer, Cali, my dear son... Diles que los maten, kill them y a la bolsa, no confiíou en ellous.

La puerta se abre y...
- ¡Todos manos arriba! ¡La mansión está rodeada, no tienen escapatoria!
- ¡Mirá Leo, la chica que se llevó la mochila..! ¡Y vino armada!
- Tranquila, Inés. Es el agente Kevin Chita. ¡Por fin llegaste, Kevin! Ya no podía entretenerlos más, estuvieron a un paso de liquidarnos.
- ¡Ay, Leitín, por suerte llegamos justo! Es que los musculosos esos nos dieron bastante trabajo. ¡Qué lástima, son tan apuestos!
- Nou captou nothing...
- El agente Chita se infiltró en la mansión, entretuvo a los patovicas y se robó el cadáver decapitado. Si no me equivoco, se hizo amigo de la barra de su hijo Cali para quedarse en la zona. Para evitar que encuentren al difunto sustituyó la cabeza por la del que descuartizaron los guardaespaldas, que es completamente calva. la cabeza que buscan está en su mochila. O al menos es lo que me pareció ver cuando espiaba, oculto entre los turistas, mientras Inés se entretenía jugando al voley.
- Ejem.. ¿Y cómo supou que don Pacou estaba aquí, Leou?
- No lo supe hasta que lo vi. Ni sospechaba de usted sino de sus patovicas, pero cometieron un error. Mejor dicho, varios.
 - No me haga reír, Damier. Si no fuera porque estos matasietes se metieron con mi sobrina, usted estaría muerto y sepultado.
- Puede ser, Gerlo, puede ser. Pero eso no quita su estupidez en negociar con esta gente.
- Tiene razón, me culpo más por mi estupidez que por mi codicia.

Volviendo a la sede policial...
- Inés... Qué lástima que en tu primera experiencia como agente te hayas topado con tu tío y sus turbios negocios. Un terrible desencanto.
- Se madura a los golpes, Leo. Todos los días se aprende algo. Además... tengo tanto por agradecer.
- No es nece...
- Sí, lo es, Leo.
- Bueno, ejem... yo...
- Porque mi vida ahora tiene otro sentido.
- Cof, desde el principio lo...
- Veo las cosas de otra manera, no sé cómo decir gracias...
- ...te dije que no hace falta, ya los momentos compartidos...
- al agente Kevin Chita, que nos salvó...
- ¡Glup..!
- Es un encanto.
- Estemmm, sí, claro, un encanto.

FIN

Esta historia, como las otras de Leo Damier tratan de ser un apurado homenaje a los lugares comunes. Y a los cuentos de detectives. En este caso, recomiendo e intento homenajear a "El jardín secreto", de The Innocence of Father Brown de Gilbert Chesterton.